Ferninando Simonescu

Ferninando Simonescu

Me presento, soy Ferninando Simonescu, vampidemiólogo, para servirles en lo que demanden. Me han urgido en relatar ante ustedes mi paso por la vida o por la muerte, según el dedo con el que se señale. Pasé el sarampión en Transilvania, las paperas en Salzburgo y las lombrices en Don Benito. A pesar de mis reconocidos y exitosos estudios y publicaciones, sigo trabajando, en horario nocturno, de carretillero en una marmolería fúnebre. Propagué, con gozo, todo hay que decirlo, el carbunclo y el vómito negro entre los indígenas esteparios de la alta Siberia, obteniendo así, la más preciada condecoración del gobierno ruso.
Todos piensan que soy una especie de muerto viviente por usar Varón Dandy a espuertas. Ilusos. Mi obsesión por la crema de cacahuete y el sirope de arce me proporcionaron una estancia semanal, con todos los gastos cubiertos, en la Tower Trump.
No se me conoce pareja estable. Las malas lenguas afirman que las desangro con solo mirarlas. Nada más lejos. Mi mirada siempre fue clara y tierna. Pero los ojos jamás fueron el espejo de mi alma.
Mi tendencia a la morbidez hace que perimetre mis contornos para intentar no sobrepasar los límites de mi cuerpo al que confino por partes, para no caer en el mal del Borbón. Confieso que hay momentos en los que no me reconozco cuando me miro en el espejo. La notable bajada de calidad en el torrente sanguíneo de mis coetáneos me ha conducido al uso de procesados que merman considerablemente mis energías. Si deseas colaborar en mi recuperación te espero la noche del 31 de Octubre depositado a tus pies.


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