Archivo por meses: febrero 2021

Piel libre (Maite Martín-Camuñas)

Categoría: La caja negra

Siento que sustituyo la piel,

aquella seda que no bastó

para menguar

tu frígida madrugada.

Cada nuevo intersticio grita

esta otra canción,

esa que ya no te canto,

esa que habla de otra forma

de amor…

No grites…

no susurres…

Mi piel ya no escucha tu voz.

Se acabaron las horas

huyendo.

Llegué a la playa donde anclar

mi pequeña barca…

escapa ya la sombra

de mi pasado.

Desertan la ausencia y la memoria,

en este nuevo paraíso

que me inventé.


Servicios púbicos (Carlos Candel)

Categoría: La caja negra

Una pareja de un hombre y una mujer yacen desnudos sobre una cama. Parecen descansar tras una dura batalla, aunque ambos se muestran felices. Ella reposa su cabeza sobre el hombro de él. Él mira hacia el techo, satisfecho.

MUJER (acariciándole el pubis): Tendrías que recortar un poco todo esto, ¿no te parece?

HOMBRE: ¿Por?

MUJER: Hombre, pues porque no queda bien… no sé.

HOMBRE: ¿De verdad? No me lo había planteado nunca…

MUJER: Pues sí, alguien te lo tendría que decir, dejarlo crecer no está de moda, ahora lo que se lleva es el rasurado… Además, dicen que se ve todo más grande, no sé si me entiendes… (gira el rostro y le guiña un ojo)

HOMBRE: Bah, tonterías… Los recortes no traen más que disgustos.

MUJER: ¡Qué vago eres!

HOMBRE: ¿En serio me vas a hacer estar depilándome ahí cada dos por tres? Dicen que tras el recorte vienen los problemas, los picores, el escozor…

MUJER: ¡Joder! (se indigna, incorporándose un poco) ¡Pues a ti bien que te gusta que yo lo haga!

HOMBRE: Bueno, pero no es lo mismo, lo vuestro no se ve bien… No sé… En tu caso, quedaría raro, ¿no?

MUJER: ¡Pues te recuerdo que antes se llevaba el felpudo!

HOMBRE: Ya, pero las cosas cambian.

MUJER: ¿Sí? ¡Pues por eso te digo que al menos te recortes un poco eso! ¡Aunque sólo sea por higiene!

HOMBRE: ¿Higiene? ¡¡¡Pero si dicen que en realidad nos protegen de enfermedades!!!

MUJER: ¿Quién lo dice?

HOMBRE: No sé, creo que los médicos. Lo leí el otro día en un artículo. Parece que nos tienen engañados con el tema este de la depilación, que al parecer es para vendernos productos y tratamientos, pero que la gente cada vez tiene más problemas ahí abajo. Los recortes no son buenos… Que luego vienen las enfermedades y esas cosas.

MUJER: Pues si lo dicen los médicos… habrá que dejar de recortar.


Servicios públicos (Carmen Paredes)

Categoría: La caja negra

Sobre un banco esperan
su próximo destino
se detiene una mujer 
desechamos:
Guerras en tomos
novelas donde los indios
siempre son los malos
héroes que aplican su justicia
Queda Miau 
se lo asigna la frutera
cruzamos miradas
nos reconocemos
de manifestaciones  y marchas
en defensa de lo Público
y una abierta sonrisa 
acompaña el resto del paseo

La cita (Carlos Lapeña)

Categoría: La caja negra

Por fin tenía la cita con la que encabezar mi relato sobre Servicios púb(l)icos, el tema elegido para La Caja Negra del mes, una sección de la página web de la asociación El Globo Sonda en la que solía colaborar asiduamente. La expresión “servicios públicos” me llevó a la palabra “funcionario” y, de ahí, mi memoria se remontó al siglo XIX, concretamente a Larra y, más concretamente, a su artículo Vuelva usted mañana, publicado en El Pobrecito Hablador. Revista Satírica de Costumbres, bajo el seudónimo de Fígaro, el 11 de enero de 1833.

En el artículo, el periodista habla de la visita de un extranjero que ha venido a resolver unos asuntos con la ingenua pretensión de no emplear en ello más de quince días. La vitalidad y el optimismo del personaje choca de frente con las carcajadas del periodista, quien le asegura que pasarán meses antes de que pueda dar por finalizada su misión. Durante el diálogo que se establece entre ambos, al principio del artículo, asistimos a este momento:

—¡Hipérboles! Yo les comunicaré a todos mi actividad.

—Todos os comunicarán su inercia.

Este breve intercambio de ideas fue el elegido para encabezar mi texto. Me vi atrapado por lo que esas dos frases guardaban detrás de las pocas palabras con que estaban expresadas. Por un lado, la incredulidad del extranjero lo lleva a tachar de exageradas las palabras de su nuevo amigo y, por otro, su convencimiento lo lleva a creer que podrá contagiar su celeridad a quienes lo atiendan. En oposición a la ingenua decisión del extranjero, aparece la categórica afirmación del español, sin resquicio alguno para la esperanza. “Todos” –es decir que asume la hipérbole como realidad en su justa medida, sin resquicio para las excepciones– “os comunicarán su inercia” –la Administración, por medio de sus entes corpóreos que son los funcionarios, no es esquiva, no evita la información; al contrario, responde inmediatamente, pero no para solucionar nada, sino para demostrar en su respuesta la expresión de la naturaleza que la conforma después de años y años de perversión: la inercia–.

Y nada más escribir la que sería la cita estupenda que encabezaría mi relato, pensé en que ciento ochenta y ocho años después del texto de Fígaro-Larra, la Administración sigue presa de la misma inercia, con grilletes de otro tipo, más modernos, tecnológicos, digitales, pero igualmente ineficientes y pedestres… Y excluyentes.

Y alcé la cabeza del cuaderno, dirigí la vista al ordenador, distinguí en su pantalla el listado de documentos que debía cumplimentar y adjuntar a la instancia electrónica, para tramitar una solicitud pendiente –cuya naturaleza no viene al caso–, pero que trazaba todo un circuito cerrado y complejo de empresas cuyo punto de fuga era la Administración, la puta Administración que paga a quien la vende, con sus servicios púbicos –¡oh, sí, no pares, así, más, más…!–, y me sentí decimonónico… Y extranjero… Y analfabeto… Y gilipollas.


Naturaleza rota (Carlos Gamarra)

Categoría: La caja negra

Entre pliegues de pandemia
la función pública se oculta
Su conciencia reposa sobre tierra desgarrada
 y al poema que leyó le falta un verso

En lo más profundo del bosque 
la nieve avanza en la oscuridad
las estrellas brillan en las sombras
para alumbrar árboles heridos

El invierno endurece su rostro
deja miles de alas rotas
y los cuentos de Poe se hacen realidad 
      El sistema colapsa entre amasijos políticos

IX Certamen de microrrelatos, poesía, fotografía e ilustración “El Globo Sonda”

Categoría: Concursos

La Asociación Cultural El Globo Sonda, en colaboración con Tranvía Parla, convoca su IX Concurso de Microrrelatos, Poesía, Fotografía e Ilustración “El Globo Sonda”, con las siguientes bases:

Formato de las obras:

Los participantes podrán elegir alguno de los siguientes formatos, pudiendo enviar tantos trabajos como desee:

  • Poesía: extensión máxima de 15 versos por poema.
  • Microrrelato: la extensión máxima será de 15 líneas o 200 palabras.
  • Ilustración o fotografía: con un tamaño de 40 x 15 cm, o proporcional a éste, siempre en vertical.

Temática de las obras:

El tema de los trabajos será Parla.

Autores:

Pueden participar personas relacionadas con el municipio de Parla (que hayan nacido, vivan, hayan vivido, estudien, trabajen… en Parla).

Originalidad de las obras:

Las obras enviadas deberán ser originales e inéditas y habrán sido creadas específicamente para este concurso.

Plazo y forma de recepción de originales:

El plazo de entrega de trabajos finaliza el 31 de marzo de 2021.

Los participantes enviarán las obras en formato digital al siguiente email: elglobosonda@elglobosonda.es

Premios:

Se establecen dos premios:

  • Un lote de libros donados por autores miembros de El Globo Sonda.
  • Participación en la campaña de animación a la lectura Leeeneltren, mediante la impresión y exposición de los trabajos ganadores en carteles distribuidos en los trenes del tranvía de Parla (más info en: leeeneltren.wordpress.com).

Se concederá un premio por categoría, al menos.

Fallo del jurado:

El fallo se dará a conocer a finales de abril de 2021, en un acto organizado por Tranvía de Parla y El Globo Sonda (presencial, si el Covid-19 nos los permite, o en su defecto, online), en el que se hará entrega del premio a los ganadores en movimiento, pues se realizará en uno de los trenes del Tranvía. Por este motivo, será imprescindible la presencia de los finalistas en el acto.



Ñaque de familia (Javier González)

Categoría: La caja negra

HIJA : Papá ¿Qué es un servicio público?

PAPA : Es el lugar indicado por la municipalidad para evacuar la caca y el pis cuando te sorprende fuera de casa.

HIJA : Eso es un baño público.

PAPA : Al caso es lo mismo.

HIJA : La profe nos ha explicado en clase la importancia de un servicio público.

PAPA : Sobre todo cuando el apuro se convierte en sudor frío. Hay apretones que matan.

HIJA : Qué manía. Que no tiene nada que ver con ir al baño. La profe nos habló de la sanidad, la educación, el transporte, la vivienda, los servicios sociales, el medio ambiente, la cultura y más cosas.

PAPA : ¿Y qué dice la profe?

HIJA : Dice que cuanto más fuertes sean los servicios públicos más calidad tendrán, y eso se convierte, a su vez, en mayor igualdad de oportunidades para todos. Pero si son débiles, la desigualdad y la injusticia campan a sus anchas.

PAPA : Otra comunista.

HIJA: ¿Qué has dicho?

PAPA : Nada. Que es muy lista.

HIJA : Como que es profe.

PAPA : Todo esto que me has contado debes mantenerlo en secreto. Que no te oiga nadie. Ni al abuelo se lo puedes decir. Quedará entre tú y yo.

HIJA : ¿Y por qué?

PAPA . Cuando seas mayor aprenderás que las cosas son como son y están como tienen que estar. Remover está bien cuando se cocina pero no para el día a día. No es de buenos ciudadanos ir perdiendo el tiempo de queja en queja.

HIJA : ¿Y por qué?

PAPA – Porque lo digo yo, y punto. Tu padre está por encima de cualquier lección que pueda dar una simple maestra de escuela que se extralimita en sus funciones. No lo olvides.

HIJA : Pues es mi profe favorita.

PAPA : Tú haz caso a tu padre que de estas cosas sabe más.

HIJA : La próxima semana nos va a hablar de la sexualidad y la reproducción.

PAPA : ¡Joder! Ya ni a la cigüeña dejan tranquila. Adonde iremos a parar.


El verdugo de los justos (Ismael Sesma)

Categoría: La caja negra

En los aledaños al Tribunal Supremo de Komodo, acostumbró a establecerse un dragón de unos cuatro metros y mirada altiva, que fue recibido con cautela por las gentes que se acercaban allí a comprobar la eficacia de la maquinaria judicial del país. Aunque los guardias que custodiaban el recinto le echaban cada día, el dragón volvía con extraña persistencia.

Ya hechos a su presencia, los ciudadanos pasaron a observarle con indiferencia y una pizca de aprensión, pues en la genética de estas buenas gentes está grabado a fuego que nunca se sabe cómo puede reaccionar un lagarto de semejante tamaño. Sin embargo, con el tiempo el dragón pasó a ser mirado con simpatía por los que allí se acercaban, pues se comprobó que solo devoraba a los reos culpables de delitos de especial gravedad. Como quiera que, además, acompañaba sus festines con un lagrimeo perceptible, su selectiva voracidad incluso logró enternecer a los ciudadanos menos partidarios de aquella extraña forma de la administración de justicia de la provincia.

Con el tiempo, se le construyó un aposento y pasó a ser considerado casi un elemento más de la judicatura. Algún avispado comerciante incluso incorporó su imagen en diferentes versiones de los recuerdos que los turistas acostumbraban a comprar tras su periplo por la isla. Mientras, el reptil se paseaba por sus dominios con esa mezcla de orgullo e indolencia que les es usual y solo se transforma en ferocidad en momentos de caza. Hasta había quien creía percibir en los gestos preparatorios de sus festines un rastro de clemencia asomar en su rostro.

Se le puso nombre: ‘Algojo orang benar’, que puede traducirse como verdugo de los justos, aunque los lugareños le solían llamar Algo, por esa tendencia universal a la reducción que les debemos a los británicos, maestros en la elevación de palabras o cosas a su mínima expresión.

Algo llevaba una vida apacible; nadie lo molestaba y siempre tenía una ración de rancho a su disposición. Hasta que cometió el error animal de devorar a uno de los magistrados de tan alto tribunal. Para cuando se demostró que el juez estaba implicado en una extensa trama de turismo sexual infantil con conexiones entre lo más granado de la administración, el gran dragón ya llevaba meses muerto, alanceado por los guardias contra el criterio de las gentes de la provincia, que con la clarividencia de los simples razonaban: Algo habrá hecho, para que Algo lo haya devorado.


El enfado de mi vecina (Rafael Toledo Díaz)

Categoría: La caja negra

Aunque algunas veces he escrito sobre ella no creo que conozcan demasiado a mi vecina Ramona, sin embargo insisto en seguir compartiendo en el papel o en la pantalla sus acertadas apreciaciones. Porque si hay algo que admiro de su talante es su aplicación del sentido común ante la adversidad, bueno, ante la adversidad y en otras muchas facetas de la convivencia en el barrio.

El otro día, y por casualidad, me la encontré cuando cruzaba las vías del tranvía camino del ambulatorio. Como es normal nos saludamos y echamos un ratito de conversación para ponernos al día, porque antes nos juntábamos de vez en cuando para charlar tomando una cerveza o un cafelito en el bar de la esquina pero ahora lo hacemos de forma improvisada y guardando la distancia, que no está la cosa para bromas.

Lo primero que me cuenta Ramona es lo tranquila que se ha quedado tras las navidades, y me dice: Mira, tanto tiempo dando excesiva importancia a estas fiestas y resulta que en el fondo todo se reduce a una sucesión de tópicos; este año nos los hemos saltado y no ha pasado nada, aquí seguimos tan campantes.

Coincidimos los dos en que, aunque de momento la pandemia no nos ha afectado familiarmente, no dejamos de preocuparnos por la situación que sufre mucha gente, que si el cierre del barrio, la falta de movilidad, el toque de queda y tanto gel hidroalcohólico que se nos están pelando las manos.

Me cuenta que está angustiada porque desde hace unos meses no ha podido ir al pueblo a ver como está la casa de sus padres y que ya no le queda en la despensa el aceite de la cooperativa que tanto le gusta a su marido. No es que fuésemos mucho, me dice, pero vamos, una vuelta de vez en cuando viene bien para oxigenarse y ver a los amigos, y ahora ni eso, no vaya a ser que te ponga una multa la Guardia Civil.

Pero por lo que más enfadada está ahora es por las secuelas de la borrasca Filomena. Los dos admitimos que estábamos avisados, que esta vez acertaron las predicciones y también convinimos que, tras la gran nevada, y aunque no hemos salido de la ciudad el paisaje era precioso. Pero como adultos que somos sabemos que tras el bello manto blanco vendrían los problemas, la suciedad, el barro y las incomodidades. Esto de la nieve es como una metáfora de la vida, un ratito de felicidad y mucho tiempo de pasarlas canutas, ése suele ser el balance tras el paso del tiempo.

Yo la provoco diciéndole que me parece muy lenta la vuelta a la normalidad, y ahí es donde Ramona se desata, tanto, que casi pueden oírla despotricar los viandantes que pasan a nuestro lado.

Mira tampoco yo soy partidaria de que el alcalde se calce unas botas y haga el paripé cogiendo una pala, eso para la tele o para la foto de un periódico y yo creo que ya ni cuela. Pero vamos, un poquito de por favor, que ya sabemos que no estamos preparados, que los medios son escasos, pero gestionando un poco los recursos y exigiendo a ciertos colectivos que cumplan con su cometido algo nos habría aliviado.

Me comenta que muchos de los comerciantes del barrio se han apañado para limpiar la entrada a sus negocios, que había que verlos las ganas que ponían, y además la gran mayoría eran inmigrantes emprendedores, sin embargo otros “personajes” que debieran estar más obligados utilizaban sus herramientas para apoyarse mientras echaban un cigarrillo o miraban el móvil dejando pasar el tiempo. Dice Ramona que le enerva tanta publicidad en las redes frente a la desgana en el currelo, vamos que estuvo a punto de llamarles al orden. A la vez, tampoco está de acuerdo con tanto listillo que se cree técnico medioambiental o lo que sea, pues algunos tenían que hablar menos y actuar más echando una mano.

Me cuenta que ya está harta de que los políticos se justifiquen halagando a la población, discursos que agradecen su responsabilidad y su paciencia y todas esas buenas intenciones que tararí que te vi. Oigan señores, que los problemas hay que resolverlos y estamos muy cansados de tanta palabrería hueca.

Mira, me dice Ramona muy seria, los servicios públicos en nuestros país van al trantrán y eso es evidente, unas veces porque abusamos de ellos y otras, por desidia, falta de control o responsabilidad. Le sugiero la sospecha de que llevamos mucho tiempo viendo como se prima lo privado frente a lo público, y como poco a poco se van desmantelando demasiadas cosas tratando de hacer negocio, así que, cuando viene mal dadas. hay que echar mano de la UME, de los médicos de la Seguridad Social o de los correspondientes servicios públicos de transportes o de lo que sea. Mueve la cabeza afirmando sobre mi sugerencia y me responde que también ella tiene esa sensación.

Como la conversación se alarga, le recuerdo a Ramona su cita en el ambulatorio, pero ella me responde que no es nada urgente, sólo quiere cambiar una medicación que no le va bien, y me dice: Todo sea que tenga que esperar otro buen rato, que a eso ya me estoy acostumbrando con las colas para todo.

Para despedirnos me recuerda que estos días y ante lo que se avecina está haciendo una hucha para cuando venga la factura del gas y la luz, y yo le digo con sarcasmo que a lo mejor tenemos que pedir un crédito para poder pagar. Veo la cara de sorna en su comentario: ¡¡Qué me dices!! menudos servicios públicos tenemos ¿eh?… unos porque son escasos o funcionan mal y otros haciendo negocio. Vamos, que este año que llevamos con tanto sobresalto ni siquiera se ha mencionado en mi casa la cuesta de enero.

Cuídate mucho, me aconseja, seguro que llegarán tiempos mejores. Y desde la esquina observo caminar a Ramona apoyada en un palo sorteando los montones de nieve que, después de una semana del pasado temporal, aún cubren las aceras de nuestro barrio.


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