Distopías (Xavier Frías)
Categoría: La caja negra
El último refugiado del planeta Kriptón atraviesa el universo en una nave interestelar. Ha salido como bebé de su planeta a punto de saltar por los aires y llega a la tierra todavía como un bebé. Su nombre real es Kal-El, pero al aterrizar de una manera un tanto accidental en la Tierra, es adoptado por un matrimonio de granjeros que han deseado siempre tener un hijo y este les cae llovido del cielo. Ante las autoridades, fingen que la criatura es hijo de la esposa y ya está. Sin embargo, enseguida Kal-El muestra que no es un niño normal, es un súper niño y, mantener sus poderes fuera del conocimiento de las autoridades del país resulta complicado.
Kal-El es bautizado como Song Yang. Acude a la escuela como cualquier niño de la aldea y aprende, desde muy joven, a adorar al Amado Líder. A pesar de que sus poderes aumentan según el crece, su patriotismo corre paralelo. Ama Corea del Norte, al Amado Líder y la Monarquía Comunista más que cualquier cosa en la vida. Pero sus poderes no pasan inadvertidos. Las autoridades descubren que Kal-El es un superhéroe. El Amado Líder manda traerlo a su presencia, pero nadie puede obligarlo. Kal-El acude encantado. Ante él, sus padres son ejecutados por traidores a la patria, pero Kal-El lo acepta, porque es la voluntad del Amado Líder.
Kal-El se transforma definitivamente en Supermán, pero con nombre en coreano. Ni las armas atómicas que el Amado Líder prueba pueden con él, pero Kal-El es un patriota como no hay otro, que cree en la paz y la justicia comunista. El Amado Líder lo nombra Amado Hijo de Corea y lo manda defender la patria, cosa que Supermán hace con devoción. No necesita tener una personalidad oculta, todo el pueblo lo adora, todo el pueblo sabe quién es y no le hace falta una periodista, ama y es amado por todas las mujeres que quiere.
Así, el superhéroe, en cuestión de días, acaba con los ejércitos y depone todos los gobiernos del planeta. Pone el control del planeta en manos del Amado Líder, que comienza la norcoreización de la Tierra con el mejor aliado que un monarca comunista pudiera nunca imaginar. Ay, si Stalin lo hubiera visto…
Por eso, queridos amigos y amigas, todos los superhéroes son estadounidenses, pues, de otra manera, hoy en día no habría democracia. Por tanto, no es por casualidad que Supermán cayese en Estados Unidos, que Batman fuese un multimillonario gringo o que la Mujer Maravilla, pese a no tener pasaporte estadounidense, sea una norteamericana de pro. No lo olvidéis, por la cuenta que os trae…