Archivo por meses: abril 2022

Olores (Rafael Toledo Díaz)

Categoría: La caja negra

¡¡Caramba, casi me atropella mayo!! Y aunque la expresión puede desconcertar por rara y extravagante, viene a cuento por el escaso margen de tiempo para aceptar el reto de El Globosonda para este mes. Sin embargo, elegido el tema, reconozco que me gusta y además lo considero muy acertado para la primavera.

Otra cosa es cómo meterle mano a un asunto tan importante y amplio sobre este sentido del olfato, tan primordial e importante para tener una vida plena. Una materia repleta de gamas y matices, desde las evidentes fragancias a los ambiguos e indefinidos perfumes. Además, y dependiendo de cada uno de nosotros, le daremos mayor o menor importancia en nuestro entorno cotidiano.

“Algo huele a podrido” es una expresión coloquial que utiliza la alegoría del olfato cuando se sospecha de actitudes deshonestas, cuando no delictivas en muchos ámbitos de la vida social, sobre todo en la política, en la economía o en la empresa, e incluso en las relaciones humanas. Un tufo al que nos hemos acostumbrado, un mal de nuestro tiempo que, desgraciadamente, ningún desodorante o perfume puede disimular.

Malos y buenos olores y siempre dependiendo de las circunstancias. Si me dan a escoger, prefiero el olor festivo de la pólvora, de una traca o mascletá, a la pestilencia explosiva de bombas y proyectiles junto al hedor de la muerte y la destrucción.

Pero de repente me vienen a la mente otras emanaciones que me reconcilian con algo provechoso, sobre todo para mi organismo. Me refiero al olor que desprenden los alimentos, cuando estamos a punto de elaborarlos en la cocina. La sensualidad, la voluptuosidad, el gozo y el deleite que provocan los vapores y aromas cuando cocinamos determinados platos como caldos, guisos y asados que invitan a desarrollar otros sentidos esenciales. También hay excepciones que provocan rechazo, por ejemplo, cuando hervimos coliflor, de repente la fetidez invade mi cocina y su tufarada me provoca rechazo. Por tanto, siempre suspiro ante la agradable fragancia de un obrador y reniego de los efluvios de cloacas y alcantarillas.

También y como es lógico, algunos olores caen en desuso y pasan de moda, se vuelven rancios y su recuerdo nos suele provocar una sonrisa. Qué me dicen de Varón Dandy, una colonia que marcó a toda una generación de hombres, con sus aromas a madera, a cuero, a esencias de incienso etc. según dice su publicidad. Otro claro ejemplo es la loción para después del afeitado Floid, olores de ayer inconfundibles, como el trasnochado Pachuli el perfume preferido de los hippies.

Hay otras esencias que permanecen constantes por su extrema sencillez y que nos resultan cotidianas y asequibles, como el olor de la ropa limpia, del jabón o la fragancia que emana la simple higiene corporal.

Ahora que empiezo a sumar años y canas percibo la disminución de algunos sentidos , entre ellos el olfato, y como no me resigno, utilizo un recurso para suplir este déficit recordando sensaciones de mi niñez grabadas en la memoria. Por eso, tratando de compensar el cansancio de mis células olfativas me animo a recordar aromas que se alojan en mi subconsciente, como si de una ligera mochila se tratase, como un tesoro al que recurrir cuando percibo el declive de mi pituitaria.

En fechas como esta, y aunque ya atenuada mi fe, me provocan una sonrisa aquellas tardes de mayo y los cantos a María en el colegio, con sus altares repletos de rosas y celindas que emanaban un olor dulzón que, asociado a los rezos, nos incitaban al sopor.

Pero sobre todo rememoro aquellas sensaciones que percibí en un pasado lejano, y entonces echo de menos el olor a humedad antes de la tormenta, el aroma de la hierba recién cortada, la fragancia áspera y seca de la mies en la era, el olor a cera e incienso durante la Semana Santa e, imprescindible, necesito el olor del mosto fermentando en las tinajas al iniciarse el otoño.


Presentación del 2º libro de Leeeneltren

Categoría: Publicaciones

¡Por fin podemos presentar nuestro 2º libro del proyecto “Leeeneltren”, que realizamos en colaboración con Tranvía Parla! Y, sí, ¡también entregaremos los premios del IX Certamen de poesía, ilustración, microrrelatos y fotografía “El Globo Sonda”! Que en esta ocasión, y por motivos ajenos a nuestra voluntad, llegan con retraso. Así que será un buen momento para reunirnos, vernos las caras y retomar ilusiones. Y, ya de paso, llevarse un ejemplar del libro, je, je.

La presentación será el próximo marte 26 de abril, a las 18’30 horas, en la sala de conferencias de la Casa de la Cultura de Parla. Sin límite de aforo.

Informaros también de que desde el día 11 de abril podéis visitar una exposición con los 72 carteles que han formado parte de este proyecto. La entrada es libre y podréis encontrarla en la sala de exposiciones de la Biblioteca Municipal “Gloria Fuertes” de Parla. La exposición será visitable durante todo el mes de abril.

¡No te la pierdas!


La paz es ciega (Carlos Candel)

Categoría: La caja negra

El joven Wojtek no sabe lo que es la guerra y, sin embargo, un día le considerarán un héroe. Construirán una estatua en su honor, por su valor en la batalla. No entiende lo que es valor, ni conoce el sentido de la palabra batalla. Tampoco es consciente de que esos soldados polacos, los que le sonríen con la muerte entre las manos, le consideran poco menos que un amigo. Wojtek no recuerda el rostro de su madre, ni siquiera es consciente de que una vez tuvo una, pero se divierte con ellos. Le ofrecen un líquido espumoso que no es agua, con el que se siente más pesado y más feliz. Las trincheras se parecen a un hogar. Oscuras y húmedas, pero al mismo tiempo, capaces de albergar el calor de los cuerpos que se ocultan de los bombardeos. El barro es agradable, revolcarse en él reconforta. Atravesar el campo de batalla no es muy distinto a ir de caza. Aunque casi lo ha enterrado en el olvido, cree que las presas son siempre los otros, nunca él. No conoce el término “enemigo”. Para él todos son iguales, aunque huelan distinto. Los carros de combate no le resultan muy distintos a pequeños montículos a los que escalar y los cadáveres amontonados en las cunetas son caza echada a perder. Pobre Wojtek, que ni siquiera se conoce a sí mismo. Cree que sus colmillos son iguales que los de esos chicos famélicos que comparten su comida con él. No alcanza a vislumbrar que su enorme cuerpo es más fuerte que el de diez soldados juntos y que, al mismo tiempo, puede albergar multitud de balas. Ellos también están perdidos, están convencidos de que Wojtek ha luchado, como uno más, a su lado, que está de su parte, que ama la guerra. Es fácil que piensen que les ha salvado la vida en más de una ocasión. Incluso se han negado a subir al barco que les llevará a casa si su amigo no les acompaña. Ellos, que han sido arrastrados a la guerra, que creen comprender la relación entre la sangre y la bandera, que afirman reconocer el odio en las sombras que se mueven al otro lado de la línea de combate… Ellos, que sólo son hombres, han encontrado entre sus zarpas la paz. Una paz que tiene sabor a hierba y olor a cuero, que transmite calor a través de sus poros y cuyo aliento empaña la noche fría de la guerra. Una paz que tiene el inmenso poder de la ceguera ante la atrocidad y que sólo tiene ojos para la belleza. Como Wojtek.


Aleteos (Eva Soria)

Categoría: La caja negra

Om Shanti, shanti, shanti

Om paz,paz,paz..”

Si cierro los ojos, este mantra milenario consigue rescatar el aleteo de una maltrecha paz camuflada con el olor a incienso.

El peso del cuerpo desaparece y el anhelo de murallas abiertas con almenas vacías silencia, por unos minutos, el estruendo de los tambores de guerra.

Sin embargo, cuando los minutos no son eternos, los sentidos adormecidos se reavivan y la consciencia nos recuerda que el presente es hijo del pasado y que cada batalla delimita los senderos del futuro.

Con los ojos bien abiertos, observo como el oasis de los cuentos ficticios se desvanece para dejar paso a la bruma oscura y espesa, que camufla el esperpento del grito ronco de una mujer* que ya no escucha el balbuceo de su niño muerto.

Y entonces, vuelvo a cerrar los ojos buscando algún mantra que me acerque a nuevos aleteos.

Om paz, paz, paz

*Luces de Bohemia, Valle Inclán


Busco paz (Carmen Paredes)

Categoría: La caja negra

Busco paz
y solo veo guerras
la mediática
las olvidadas
y la aún no cerrada
Busco paz
y sólo veo crispación
alaridos
fanatismo
y un clamor violento
Busco paz
cierro el estruendo
cierro las pantallas
cierro el artificio                   
Y veo la luz que apaga tanto ruido externo

Peace (Javier González)

Categoría: La caja negra

X – Rápido, rápido.

Y – Hago lo que puedo.

X – Si nos matan ahora nos quedamos sin posibilidad alguna de pasar al otro lado.

Y – Relájate. Reviento al del chaleco marrón y nos abrimos paso hasta el depósito de combustible.

X – No te olvides de coger munición.

Y – El Charlie me dijo que en esta pantalla hay armas nucleares y que si te haces con ellas es más fácil llegar a la última con ventaja.

X – El Charlie la flota.

Y – Lo que tú digas pero es el único que conozco que ha avanzado hasta la puerta final. Los demás han sido aniquilados mucho antes.

X – Hasta hoy. Vamos a destrozar a esos mamones hasta que no quede ninguno. Y cuando estemos frente a las…. ¡Cuidado, en tu espalda!

Y – ¡Mierda, casi me aplasta! Estos putos chinos no saben con quién se la juegan.

X – Pues la siguiente pantalla está llena de moritos dispuestos a atomizarte las pelotas.

Y – ¿Y si conseguimos terminar victoriosos? ¿Qué hacemos?

X – Menuda pregunta. Vacilar a todo el mundo y comprarnos la siguiente entrega que según dicen es todavía más brutal. Casi se sale la sangre del monitor.

Y – Alucinante.

X – Los personajes parecen tipos auténticos. Es como estar en una verdadera batalla.

Y – Me afilas los colmillos.

X – Pero primero tenemos que acabar con este.

Y – ¿Qué hora es?

X – Las seis.

Y – Me cago en la madre que me parió. Graba y continuamos otro día.

X – No me jodas.

Y – Tengo que recoger al niño.

X – ¿A la escuela de boxeo?

Y – Me ha salido bruto.

X – Grabo y nos vamos que yo tengo que ir a por el kimono del mayor.

Y – ¿Continuamos mañana?

X – ¿Y los chicos?

Y – Me traigo mi consola y que empiecen el juego.

X – Esos son capaces de acabar antes que nosotros.

Y – Cada vez salen más espabilados.


El riego (Carlos Lapeña)

Categoría: La caja negra

Sembrar la paz es fácil.
Su semilla se adapta
a todos los terrenos. Unos pocos
nutrientes son bastantes
para la paz.

El problema es regarla.

La lluvia que quizá no es suficiente,
ni el riego programado cada.
La tecnología no ha resuelto
aún esta carencia
ni la transgénesis 
ha dado con la fórmula maestra.

El problema es el riego.
Se riegan las semillas una a una,
con la dosis precisa
de lágrimas de guerra
o de agua del desierto
o sangre de memoria maltratada.

Y, claro, no es tan fácil 
encontrar voluntarias, voluntarios,
para una tarea tan ardua,
al menos entre los adultos, as,
habitantes del mundo progresado.

Tratado de paz (Maite Martín-Camuñas)

Categoría: La caja negra

Que esta guerra había comenzado mucho antes de que se escucharan las armas, de eso no tenía nadie la menor duda. Se pudo intuir desde mucho antes de la invasión del espacio enemigo…Claro, que eso de territorio enemigo sí que era reciente, porque durante mucho tiempo, mucho más allá de que comenzaran los escarceos bélicos, fueron territorio amigo, común más bien, pero explicarle a las partes esta insignificancia era motivo de injerencia, y nada que orbitase alrededor quería verse implicado en esta contienda. Porque se podrían declarar inocentemente como territorio aliado de alguna de las partes en conflicto y eso no entraba dentro de los planes de nadie con un poco de seso.

Tras las agresiones verbales y los amagos de acometida por una y otra parte, comenzaron a escucharse las armas. Primero, los puñales que derramaban sangre a raudales en torno a los combatientes; después, tímidamente, se escuchó el bramar de ráfagas de ametralladora; luego, las bombas ya tomaron posesión de todo el territorio. Se acabaron las escaramuzas, todo iba certero a matar. Matar las ideas, los sentidos, los años de comunicación. La sangre brotaba como manantiales interminables. Nada ni nadie era capaz de mediar para abordar negociaciones y parlamentos, solo sangre y venganza.

Hasta que una mañana fría, de lluvia fría, se elevó una bandera blanca en el Intaba… y desde su rival, el Mlima, asomó otra bandera, ondeada con pocas ganas por el enemigo, poco dispuesto a soltar la presa aferrada fuertemente por sus fauces abiertas.

En ese parlamento no se llegó a más acuerdo que el sonido de los cuchillos, afilados nuevamente. Las andanadas de sangre inundaron el espacio y cada parlamentario se volvió cabizbajo a su trinchera.

Finalmente, se reunieron los territorios afines y les plantearon un ultimátum. O iniciaban parlamentos serios, o definitivamente se quedarían aislados en su circunscripción ensangrentada y calcinada, sin posibilidades de recuperación y apoyo exterior.

Tras meditarlo largamente, cada contendiente decidió aceptar el armisticio que impusiera una paz duradera, firmando definitivamente los documentos del divorcio que permanecían arrinconados en una mesa del salón.



Malos tiempos (Ismael Sesma)

Categoría: La caja negra

Tansis salió a la arena, que refulgía por el efecto combinado de los dos soles, y miró a su alrededor. En las gradas, cientos de seres de variadas formas, tamaños y colores, se hermanaban en un grito que, desde sus diferentes aparatos de fonación, ascendía como una ola que desbordaba el graderío. Olió la expectación; esperaban un buen espectáculo.

Al otro extremo del recinto, una puerta gemela a la que había atravesado hacía unos momentos se abrió. El rugido de la multitud se apagó. Tansis entendió que tendría que pelear a muerte. Su contrincante, que le superaba en altura y corpulencia, saludó a los espectadores y con paso firme se le acercó. El amasijo de gritos de los espectadores volvió a llenar las gradas; pedían sangre. Desde los primeros golpes, Tansis entendió que nunca vencería en un combate de fuerza contra fuerza. Generó feromonas de miedo, que esparció con movimientos rápidos. El gigante se detuvo, olió su temor y se confió. Después de evitar y parar como pudo varias acometidas, Tansis aprovechó un descuido del gigante y le desarmó. Su oponente le ofreció el cuello desnudo. La muchedumbre calló durante unos segundos, sorprendida, pero el griterío reapareció para que Tansis rematase la pelea.

Tansis, en cambio, se dirigió al palco y se despojó de las armas. Los espectadores se removieron, incómodos. No lo haré, proclamó en su idioma. El tiempo quedó en suspenso hasta que un haz frío y azul emitido desde la tribuna acabó con su oponente. Tansis pudo oler la carne abrasada a su espalda. Malos tiempos para la paz, pensó en el momento en que el segundo disparo azul le alcanzó.

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