Todo cambia (Ismael Sesma)
Categoría: Silbando a trabajar
Silban los enanos cuando marchan a trabajar y dejan a Blancanieves en la casa, a cargo de las labores del hogar, como corresponde a una joven de recta educación. Armados de picos y palas, parecen adorar el trabajo. Son reflejo del mundo de los cuentos, simple y reduccionista. Ahora a muchos trabajadores no les da el tiempo, embutidos en ritmos de esclavitud y largas jornadas que ya no respetan ni los domingos, el día del Señor.
El día del Señor remite a resonancias religiosas, en la actualidad el único señor que parece estar en vigor es el dinero. Muchos, cada vez más, trabajan en domingo para que otros gasten. Y entre unos y otros, el beneficio. O la plusvalía. Es el mercado, amigo. ¡Que no pare la máquina!
Hoy, silban los empresarios que quitan el mono de trabajo a un accidentado y trasladan el cuerpo unos metros más lejos de la fábrica. Lo hacen para el disimulo, es el silbido del pío-pío, que yo no he sido. Así evitan los engorrosos trámites de declarar un accidente laboral, que el infeliz no tenía contrato de trabajo. Como en una trama de cuento moderno, su empleo en negro deviene en el luto y la ruina de su familia.
Algunos jueces juegan al pío-pío mientras pelotean la denuncia a un señor marido, por ayudar a bien morir a su esposa. O silban al reducir la pena a algún empresario mafiosete, valga la redundancia, porque la instrucción ha durado demasiado. Como si ellos no pudieran haberla aligerado. Hecha la ley, hecha la trampa.
De los políticos, qué decir. Hacen cursos intensivos de silbo, para practicarlo con poderío cada vez que meten la pata. En época de elecciones, sus silbidos resuenan con ecos de discoteca. Da igual el volumen, la antes llamada opinión pública, olvida lo sucedido a la velocidad del fotón. Ya están las redes sociales para lograr el desinterés por el argumento, basta la acumulación de datos o informaciones, no es importante que sean veraces. ¡Viva la posverdad!
Y silbamos casi todos los demás por los inmigrantes, las mujeres o el planeta. Yo, silbo mientras esto escribo.
Parafraseando a la gran Mercedes Sosa:
Silba lo superficial
silba también lo profundo
silba el modo de pensar
silba todo en este mundo.