Archivo por meses: septiembre 2023

Martingalas (Maite Martín-Camuñas)

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Categoría: La caja negra

En un campo de verdor y alegría,
donde el viento susurra resonancias
los caballos corren con valentía,
luciendo orgullosos sus martingalas.
La martingala, arreo elegante,
adorna el cuello con gracia y encanto,
muestra al mundo su porte deslumbrante,
en cada galope, en cada salto.
Con finos cueros y hebillas doradas,
la martingala brilla con esplendor,
acompaña a cabalgatas soñadas,
con destreza y maestría en su labor.
Fluyendo, jinete y caballo danzan,
unidos por lazos de ley eterna.
La martingala, símbolo que avanza,
guiando al binomio hacia una senda tierna.
Y, en cada paso firme y seguro,
la martingala habla de la elegancia.
Un adorno que resalta lo puro
y engrandece lo noble de su alianza.


Cuitas del alba (Maite Martín-Camuñas)

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Categoría: La caja negra

Estuve enferma del alma y fui a una psicóloga, le conté mis cuitas y, tras un par de reuniones, decretó que estaba curada.
Cuando le pregunté cómo había sido tan rápida, tras años de congojas miles, me lanzó a la cara que mis problemas no eran nada pues no lloraba.

Necesité de un banquero y, tras citarme con mucha distancia, le conté mis apuros, tras pensar un momento, me espetó que mis problemas no eran reales, al preguntarle que en qué se basaba, me respondió que yo no lloraba.
Tras un tiempo tuve grandes dolores y fui a un galeno, después de explorarme, me pidió que me pusiera mis ropas y dictaminó que tenía gases, al preguntarle en qué se basaba, me respondió con desgana, que porque no lloraba.
Así que, amiga del alma, recuerda que este mundo no es de valientes, ni de gente reservada, aquí y ahora, si algo quieres, has de ser un llorica y todos te aplauden.
Porque hoy a los lloricas se los tacha de valientes, y el valor se mide con raseros pútridos de quejumbrosos pusilánimes.


Lágrimas (Ismael Sesma)

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Categoría: La caja negra

Los cocodrilos lloran al cazar a sus presas, como si les diese pena lo que va a suceder; cosas de la naturaleza y el nicho ecológico que ocupan. No parece que los reptiles posean un aparato cognitivo tan desarrollado como para sentir empatía; en todo caso, parecen unos lloricas. No consta si sus presas lagrimean, pero convendremos todos en que ellas sí tendrían motivos para hacerlo.

Dicen las crónicas que Boabdil, rey de Granada, lloró al entregar la ciudad a los Reyes Católicos. Esas mismas crónicas refieren que su madre le llamó llorica, y le asimiló a la condición de mujer, que era lo que se entendía entonces. Los hombres no debían llorar bajo ninguna circunstancia; pelear, matar o morir, a eso se reducía toda la peripecia vital de los varones de su posición.

David lloraba cuando tenía que entrar en el instituto. Su padre le preguntaba la razón y, al no obtener una respuesta aceptable de su hijo, le decía que tenía que sobreponerse, como un hombre, y dejar de lloriquear. Meses después, se descubrió que David era objeto de acoso por el grupo de malotes de su clase. A su padre se le escapó alguna lágrima cuando los policías hicieron relato de las penalidades que había soportado David, pero intentó que no se le notase.

Las madres lloran cuando sus hijos marchan a la guerra, que suele ser declarada por los padres. Es un clásico intemporal cargado de sentido; nos habla de la importancia del vínculo, de la incertidumbre, del miedo a la pérdida. Y es que las mujeres han llorado mucho a lo largo de la historia y lo siguen haciendo, pero raramente son lloricas.


Lacrimosa (Carlos Lapeña)

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Categoría: La caja negra

Lacrimosa dies illa

qua resurget ex favilla

judicandus homo reus.

(Lagrimoso será ese día, cuando de las cenizas surja el hombre pecador para ser juzgado).

Wolfgang Amadeus Mozart: Requiem K. 626: VII. Lacrimosa.

Letra atribuida a Tomás de Celano (ca. 1250).

Llegó el tsunami y arrasó con todo. Las afortunadas que pudieron subir a la montaña pudieron ver, después, cómo se retiraban las aguas y la tierra emergía devastada, yerma y brillante. Las otras personas, las desafortunadas, desaparecieron o se confundieron con las ruinas y la calamidad.

Se retiraron las aguas y la tierra se recompuso, renacida, quizá purificada. Las personas bajaron de la montaña, se atrevieron, y recorrieron el nuevo paisaje, pensando en la reconstrucción, con propósito de enmienda, aprendiendo quizá de sus errores. Algunos animales también se atrevieron a regresar y a revivir, eran portadores de esperanza, ayudantes para una nueva era.

Solo una zona en el interior seguía anegada. En la gran área que antes había ocupado la mansión, con sus jardines y sus fuentes, había nacido una nueva laguna, una laguna de agua salada a cuyo alrededor no crecería gran cosa en mucho tiempo.

Había sido la casa del llorica, cuyas lágrimas brotaron incontinentes ante la premonición del desastre y ahora, pertinaces, seguían lamentando la catástrofe, sin servir para otra cosa.


Lloricas (Carlos Gamarra)

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Categoría: La caja negra

 En un rincón oscuro y desolado
había un alma que allí vivía
lloraba en soledad día tras día
Llorica  le decían con enfado
 
Su llanto era un río profundo
sus emociones fluían como versos
Pero no era débil  ni un ser frágil
sino valiente por mostrarse desnudo
 
Sus lágrimas eran un arte genuino
cada gota contaba una historia de su ser
Así que no juzgues a quien llora
El llorica  en su llanto halló la gloria
 
Llorica de honda tristeza
transforma tu pena en arte
deja que el llanto se convierta en fuerza
deja atrás el papel de víctima en el asfalto.
 
Pinta tu lienzo con colores nuevos  
deja que tu luz brille en cada parte
y en el lienzo de la vida  
procura ser el dueño.   


Así que llorica (Carmen Paredes)

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Categoría: La caja negra

Llorica porque nadie me lee

llorica porque hablo

llorica porque callo

llorica porque voy

llorica porque vengo

llorica porque río

llorica porque gimo

llorica porque opino

llorica porque pienso

llorica porque lucho

llorica porque soy mujer

o así nos quieren y nos ven

lloricas

Así que a las calles

mucho por hacer

el camino aún es largo


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