Homo horrendus (Del latín: poco sociablis)

Homo horrendus (Del latín: poco sociablis)

Dejadme que me presente. Soy Homo Habilis, Habil para los amigos. Me encontraron en el 2008 bajo toneladas de hielo en un lugar del norte, encapsulado a modo de mosquito en ámbar por culpa de la primera glaciación. Unos científicos muy experimentados consiguieron despertarme del estado en el que me encontraba, y tras las debidas presentaciones, serví como espécimen de estudio en una conocida universidad. Me obligaron a aprender el lenguaje de los signos primero y la escritura después. También realicé multitud de pruebas: qué si corre tantos kilómetros, que si ponte de pie más de un minuto seguido… aparte de sufrir dolorosos experimentos en los que largas agujas penetraban mi piel. Menos mal que al cabo de unos meses, viendo lo capaz que era y lo bien que me desenvolvía entre los sapiens, mis tutores me dejaron en libertad no sin antes facilitarme un
ordenador portátil y un pisito en el centro. ¡Qué suerte la mía tras tanto sufrimiento! Me arrepentí al poco, porque aquella independencia venía de la mano de un sinfín de quehaceres y responsabilidades: debía seguir estudiando, conectado en un sin parar a esa red llamada Internet. Los científicos necesitaban saber hasta dónde era capaz de llegar; hasta dónde podía evolucionar. Teoría por la mañana, resúmenes después de comer, documentales días alternos y exámenes los primeros lunes de cada mes… ¡Qué hartura! Menos mal que unos vecinos, colegas míos a estas alturas, me dijeron que la red no solo sirve para aprender. En ella hay muchas cosas interesantes que me han ayudado a descubrir la verdad: vídeos de gatitos, ¿anuncios de ropa?, youtubers que juegan a Mario Bros o sapiens chingando a todas horas… Y noticias, muchas noticias. Menudo desengaño. He cogido tanto asco a mis sucesores, a los “humanos” que pueblan la tierra, que ya no los trago. Ahora sé que no la respetan. Matan animales a pesar de tener el estómago lleno, solo para divertirse. Talan árboles y no es para calentar hogueras. Crean desechos y no me refiero a los que salen de sus culos, sino a los montones de basura que queman intoxicando el aire. Qué asco, de verdad. ¿Cómo se atreven a llamarme animal después de todo lo que hacen? Ya está bien, oiga, ya está bien. Por esto y por muchas cosas que me avergüenza decir aquí quiero exterminarlos a todos. Cogeré lo primero que tenga a mano y aplastaré cráneos, romperé huesos y trituraré cuerpos. El
mundo irá mejor sin ellos. Sí… Pero antes, desde la seguridad que me ofrece mi casa, navegaré por la red en busca de todos esos datos que puedan servirme de ayuda: correos, nombres, direcciones y demás, para poder ir de uno en uno, llamando luego a cada timbre y a cada puerta. La Tierra, gracias a mí, volverá a ser lo que era. Volverá a ser de los monos.


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