LA-LA-LA (David Ruiz del Portal)

LA-LA-LA (David Ruiz del Portal)

Tengo las manos desgastadas de tanto limpiar. También de lavármelas una y otra vez como si sufriera un toc que hace ver virus por todos los rincones de la casa. Por si esto fuera poco, allí, al otro lado de la ventana, una urraca no se cansa de mirarme. Está en el parque, vigilando todos mis movimientos, reclamando migajas de pan. Es el macho alfa de los pájaros: echó del lugar a las palomas, a los jilgueros y a las golondrinas, incluso a los patos, que ahora, sin comida que llevarse a los picos, abandonan el Parque de las Comunidades para volar hasta el centro de la ciudad.

La urraca me da más miedo que el virus. Sí… La otra tarde, a eso de las ocho y media, la muy jodía se plantó en mi terraza. No me atreví a abrirle la puerta, pues supuse que venía a echarme la charla por no haber salido a aplaudir. O tal vez por no invitarla cuando almorcé hamburguesa. O puede que por no jugar con ella a la Play. Ni idea. El caso es que ya desvarío: escucho hablar a los pájaros, graznar a mi vecina del quinto y ladrar a los viandantes que sacan a pasear treinta veces al perro. Joder, qué mal… Veo gente con carros repletos de comida caminando sin rumbo aparente, menos saldo en mi cuenta corriente y montañas de papel higiénico cantándome La-la-la.

¿Estaré acabando más loco de lo que estoy o es el mundo que se va al garete? No sé, me da igual. De lo único que estoy seguro es que hay que tener las manos limpias. Sólo eso. Y más cuando toca cocinar.

Por cierto, ¿alguien sabe si la urraca está buena con jugo de limón o mejor la preparo a la plancha con un poco de sal?

¿Hola…? ¿Hay alguien?

Mierda, ya estoy hablando solo.


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