Otra vez suspenso (Carlos Lapeña)

Otra vez suspenso (Carlos Lapeña)

Categoría: La caja negra

¿Suspenso? ¡Suspenso! ¡No me lo puedo creer! O sí, lo peor es que sí me lo puedo creer, ya lo creo, me lo creo y te lo voy a decir, porque mereces que te lo diga, mereces que te diga: ¡te lo dije! ¡Te lo dije! Pones cara de póquer y no deberías. Deberías estar llorando de vergüenza, por lo menos, con gesto afligido, cabizbajo, avergonzado, sí, a-ver-gon-za-do, porque todo esto se veía venir, se presentía, no lo dudes, no puedes ignorarlo. Cuando las palabras se convertían en discusiones interminables y las acciones se retrasaban y se retrasaban, cuando empezasteis a ver problemas en lo que eran nuevas propuestas, cuando las opiniones de otros eran sospechosas por el solo hecho de ser de otros…, cuando empezasteis con esas monsergas, a mí se me apareció la imagen de tu hermano, el pobre, que me avisaba. Me decía, “¿ves, madre? Es como yo y honra merece quien a los suyos parece”. Y si yo, que te quiero más que nadie, lo temía, ¿cómo no lo iban a imaginar quienes te acompañan cada día, quienes matarían por ocupar tu puesto? Dos años han sido suficientes para tirar a la basura la ilusión del primer día, las buenas intenciones con que te presentaste. Dos años y ¡a la mierda! El pueblo te suspende. Tus trabajadores te suspenden. Hasta yo, tu madre, me quedo con ganas de suspenderte, cariño… ¡Ay, Señor, qué lástima! Estamos perdidos. Entre pitos y flautas Torrejón de la Vega jamás saldrá del agujero y tendremos que seguir conviviendo con la legendaria vergüenza de tener un alcalde suspenso. Y, claro está, un alcalde que no repetirá.


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