Evolución contenida (Pedro Marín)

Evolución contenida (Pedro Marín)

Categoría: La caja negra

Por alguna extraña circunstancia, el proceso de transformación se dio a una velocidad del todo inusual.

Primero fue la parte posterior de las orejas. Ahora una piel gruesa y algo resbaladiza permitía que se deslizaran las cuerdas o gomas evitando heridas y rozaduras.

La nariz, ansiosa por abandonar la protección de ese recubrimiento adicional, creó unas membranas permeables compuestas por un tejido esponjoso que actuaba de filtro.

En el entorno de los ojos se desarrollaron una serie de músculos que favorecían la gesticulación, consiguiendo así una mayor expresividad en la parte superior del rostro que compensaba la parte que quedaba cubierta por la mascarilla.

Una prominencia suave y blandita, con una acumulación de terminaciones nerviosas apareció en el exterior del codo.

Desarrollamos una capacidad de valoración perimetral, casi milimétrica, que nos permitía en todo momento calcular la distancia a un posible sujeto de riesgo.

En las manos, el contacto con cualquier sustancia infecciosa, provocaba una reacción inmediata que consistía en un picor intenso, que desaparecía una vez eliminado, bien por la acción de un hidrogel o de un lavado jabonoso.

Sin embargo, ningún cambio se produjo en la boca. Labios y lengua mantuvieron su constitución original. Era necesario que los besos se mantuvieran intactos.


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