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Bujería (Maite Martín-Camuñas)

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En un pequeño rincón de maravillas ocultas,
donde los sueños y el encanto se cruzan
se alza la quincalla, mágica y reluciente,
un mundo de bujería que siempre sorprende.

En sus estantes repletos de objetos diversos,
juegan los hilos de la fantasía sin vueltas,
llaveros danzando y dijes trastornados,
mientras las gemas y abalorios hacen ruido.
Collares y pulseras, pendientes y anillos,
en cascadas brillantes, como fuegos artificiales,
adornan nuestros cuerpos con su brillo radiante,
impregnado de magia nuestro caminar continuo.
En el mundo de la quincalla todo es permitido,
la imaginación vuela y no hay nada invisible,
las llaves maestras para abrir puertas secretas,
amuletos protectores para las almas danzantes.
La quincalla nos acoge en su abrazo suave,
nos invita a soñar, a creer en lo fabuloso,
pues en cada pequeño objeto cegador,
hay un mundo lleno de embeleso fascinante.


Revolución: pendiente (Ismael Sesma)

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Tragicomedia en un acto.

Dos jubilados contemplan a unos obreros, mientras conversan.

-A: Revolución.

– B: Comenzamos fuerte; concepto manoseado.

– A: En serio, ¿algo más?

– B: Estas conversaciones nunca son en serio.

– A: ¡Por una vez!

– B: Antes se escribía siempre con mayúscula.

– A: ¿Y ahora?

– B: ¡Si Marx levantase la cabeza!

– A: ¿Qué diría?

– B: Hablaría de la plusvalía, que mueve el mundo, supongo.

– A: Algo diría del proletariado.

– B: Que todos nos creemos clase media, y así nos va.

– A: ¿Y pendiente?

– B: Lo por venir.

– A: El porvenir.

– B: Lo deseable.

– A: Un futurible.

– B: Y a usted, ¿qué le sugiere?

– A: Un colgante.

– B: Con pocos asideros.

– A: Pendiente de un hilo, ¿no se dice así?

– B: Es una frase hecha.

– A: Y que por la fuerza de la gravedad, se desbaratará.

– B: ¡Qué negativo está usted!

– A: La pendiente de una cuesta arriba.

– B: ¿No podría ser cuesta abajo?

– A: Si fuese hacia abajo, no sería un futurible.

– B: La gravedad otra vez, ¿no?

– A: Claro, cuesta escalar el muro.

– B: ¿Hasta hacerlo imposible?

– A: Yo no lo hubiera dicho mejor.

– B: Entonces, ¿no hay salida?

– A: Cada uno con la suya.

– B: Grave conclusión para una mañana tan clara.

– A: Ya sabe aquello de ‘un pesimista en un optimista bien informado’.

– B: Sí que estamos oscuros los dos.

– A: Puedo convidarle a una cerveza.

– B: ¿Para compensar?

– A: Y de paso, charlar por charlar.


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