Amigos perdidos (Sandra García)

Amigos perdidos (Sandra García)

Etiquetas:

Categoría: La caja negra

—¡Vamos! ¡Que tengo el género fresquito! ¡Anímense, que tengo de todo! Y si no lo tengo hoy, lo traigo de encargo —dijo tras el mostrador con la mejor de sus sonrisas.
—¡Ay, qué ver, qué arte y qué alegría tienes, y tan temprano! Contigo hasta las cigalas te hacen las palmas —dijo la siguiente de sus clientas.
—Para arte, el tuyo que, gracias a clientas como tú, y con ganas de seguir guisando a fuego lento, yo mantengo el puesto aún abierto. A ver, cuéntame, ¿qué te pongo hoy? —dijo preparándose para despachar.
—Pues mira, quiero hacer un nuevo guiso. El último fue un desastre. Con tó el cariño y el esmero que le puse, removiendo poco a poco, con presencia, con paciencia, con mi fuego bajito, todos sus condimentos, con su sofrito… y resulta que, cuando quiero ir a probarlo, se había agarrao al fondo de la cacerola. Un olor a chamuscao que no ha habido forma de comerlo, se quedó igual de pegao que el cemento armao. Y no te quiero contar pa fregarlo. Le he echao agua, jabón, lo he dejao a remojo, le he dao con la rasqueta y con el “nanas”, con tó, y la cacerola sigue ahí, algo menos sucia, pero con toa la marca del desastre. Así que vengo otra vez a por más avíos —dijo mientras desdoblaba su lista de la compra.
—¡Uy! Pues con lo que he traído seguro que te sale para chuparte los dedos. Hoy tengo el género variado como a ti te gusta —dijo mientras pulsaba la báscula, programándola para comenzar con el nuevo pedido.
—¡Ay! A ver si es verdad. Los ingredientes principales y el salero ya los pongo yo, pero me gustaría acompañarlo con género de buena calidad, a ver si queda bien sabroso y condimentado —dijo alejando el arrugado papelillo mientras se daba cuenta de que la presbicia volvía a hacer de las suyas una vez más.
—Pues tú dirás —dijo mientras se cambiaba de guantes.
—A ver… Ponme un cuarto de amigos de tapeo y terraceo.
—Marchando.
—Un kilo de amigos de los que saben escuchar confidencias.
—Apuntado.
—Tres cuartos de amigos de bailes, aunque… bueno, espera, mejor de los que les gusta la música en general, en todos sus contextos y estilos —dijo convencida.
—Marchando —con movimientos ágiles pero delicados, iba envolviendo el género y acumulándolo en las bolsas.
—¿Tienes de los que les guste compartir caminatas y excursiones por la naturaleza? —preguntó pensativa.—Sí, claro, esos están ahora de temporada —contestó él, todo resuelto.
—Pues entonces, de esos ponme medio kilo. Y también tres cuartos de los que escuchan con los ojos, los oídos y el corazón. ¡Ah! Y, además, un kilo de los que aportan risas —añadió mientras su mirada comparaba una y otra vez su lista con el expositor.
—¿Algo más? —sus dedos tecleaban la báscula con la soltura propia de llevar años al frente del negocio familiar.
—Sí, ponme también un kilo y medio de los que nutren con conversaciones interesantes y cuarto y mitad de los que comparten y te invitan a su hogar de vez en cuando.
—¡Buena elección! Esta combinación suele ir muy bien a los guisos. ¿Qué más te pongo? —comentó dispuesto a coger una nueva bolsa para ir rellenando.
—Hum… Veo que hoy no has traído de los que están a las duras y a las maduras —se lamentó.
—Sí, sí que tengo. Es que esos son más difíciles de encontrar y los tengo dentro. No quiero que se estropeen, que no suele haber todos los días —contestó al tiempo que desaparecía tras la puerta de la cámara frigorífica.
—¡Ay, qué alegría me das! Pues de estos ponme dos kilos y pónmelos aparte porque no quiero que se espachurren. Por hoy, con esto ya lo tengo todo —dijo convencida mientras espachurraba el papelillo y lo guardaba de nuevo en su bolsillo.
Mientras, el sonido de los últimos pitidos de la báscula resonaba con cada tecla que se pulsaba. Y tras el intercambio de billetes y monedillas correspondientes…
—Espera, que te ayudo a meterlo en el carro. Ya me contarás cómo te salió y si estaba rico —le dijo él a modo de despedida.
—Sí, por supuesto, te mantendré informado —le respondió ella mientras se marchaba con el ánimo subido, pensando ya en cómo resultaría este nuevo guiso.


3 Comments

Carlos J. Castro

febrero 7, 2025 en 3:20 pm

Divertido y surrealista relato, a la vez que humano. Enhorabuena.

    Sandra

    febrero 7, 2025 en 3:32 pm

    Muchas gracias ☺️

Laura

febrero 10, 2025 en 2:18 pm

Delicioso relato. Cocinando la amistad y las palabras a fuego lento.

Deja un comentario

El Twitter del Globo