La vista (Carlos Lapeña)
Categoría: La caja negra
Papá tiene una manera bastante peculiar de animarme cuando me lamento por no poder ver.
Me dice que me imagine vidente caminando por un túnel completamente a oscuras, un túnel negro absoluto, como el interior de una noche unánime, que diría un famoso escritor argentino. Que avance por él intentando imaginar los peligros acechantes, los puntos de referencia, el paisaje para evadir la mente…
Me dice que, después, imagine que se hace la luz, que el túnel se ilumina, se llena de resplandores y, tras superar el deslumbramiento, consigo aclimatar la vista y ver nítidamente. Pero lo que veo es el túnel, las paredes de hormigón sucio y envejecido, el piso de cemento mellado y manchado, con algún charco de humedad, telarañas, sombras…, pero ninguna referencia al exterior ni al final.
—Pues así es el mundo –me dice–, así es la vida, hijo. Un puto túnel resplandeciente en el que la vista está sobrevalorada. Así que no te pierdes gran cosa. Es más, tú, por lo menos, puedes imaginar fácilmente algo más hermoso.
Yo no sé qué responder y, en lugar de contradecirle o simplemente expresar mis dudas, me dedico a tocar, oler, escuchar, catar… sentir todo lo que puedo, con el miedo constante de chocarme contra una pared o precipitarme al abismo del suelo.