Una sana amistad (Ismael Sesma)
Categoría: La caja negra
Gregor y Marty son amigos. Gregor y Marthy se reúnen en el bar de su barrio casi todos los jueves del año desde hace tanto tiempo que lo han olvidado. Gregor suele llegar exultante y relajado de su sesión de meditación, hace años que lo hace y proclama a todo aquel que le quiere escuchar los beneficios de su práctica, ‘buena para el cuerpo y el espíritu’, repite machacón.
Marthy, por su parte, siempre ha sido un descreído. Tolera a Gregor con la paciencia destilada gota a gota de una amistad que se remonta a su mutua adolescencia, aunque le tiene por un místico incorregible. Marthy, siempre que alguna vicisitud imprevista de esas que llenan la vida, se le aparece, se acoda en el bar y se somete a una ración extra de alcohol. Es consciente de sus límites y asegura conocer el punto exacto en el que la bebida le introduce en un estado de vigilia aturdida que le hace ver los problemas envueltos en un celofán que los hace menos inquietantes.
Cuando han llegado esos momentos, Gregor siempre ha sentido una orgullosa superioridad sobre su amigo y, si le ha acompañado en algún episodio de bebida, ha sido solo para confirmar esa preeminencia; a él no le hace falta beber para enfrentarse con la vida.
Hasta el día en que, preso del desamparo producido con un desengaño amoroso, Gregor bebe y bebe sin freno. Ha llamado a Marthy, quien le acompaña solo por el impulso de cercanía producto de su sana amistad, y sobrepasa los límites que de forma tácita se tiene impuestos. El resultado es una cogorza monumental de ambos.
No es la primera borrachera de su vida, pero la visión de Gregor en ese estado provoca en Marthy una sensación de descontrol que hace propia y le asusta. Decide restringir sus hábitos de bebida y encuentra en la práctica del tai-chí un sucedáneo perfecto para llegar al estado de ‘lucidez distante’, como la llama, que antes le proporcionaba el alcohol. En silencio, piensa que Gregor tenía razón.
Gregor, por su parte, desde su desengaño amoroso ha perdido la fe en sus virtudes y capacidades, comienza a faltar a su clase de meditación, antes una rutina cuasi religiosa. Se abandona a la bebida hasta que, poco a poco, cree encontrar ese punto del que le hablaba Marthy de vigilia aturdida y distante. Y le gusta la sensación.
Los amigos se siguen viendo cada jueves. Gregor piensa que al final los sinsabores son el motor del cambio en los hombres, mientras que Marthy se siente orgulloso de su cambio de vida y lo proclama a quien le inquiere. Se encogen de hombros cuando se miran a los ojos, conscientes de que el mundo sigue girando y cada cual intenta buscar acomodo en él como puede.