Lacrimosa (Carlos Lapeña)
Categoría: La caja negra
Lacrimosa dies illa
qua resurget ex favilla
judicandus homo reus.
(Lagrimoso será ese día, cuando de las cenizas surja el hombre pecador para ser juzgado).
Wolfgang Amadeus Mozart: Requiem K. 626: VII. Lacrimosa.
Letra atribuida a Tomás de Celano (ca. 1250).
Llegó el tsunami y arrasó con todo. Las afortunadas que pudieron subir a la montaña pudieron ver, después, cómo se retiraban las aguas y la tierra emergía devastada, yerma y brillante. Las otras personas, las desafortunadas, desaparecieron o se confundieron con las ruinas y la calamidad.
Se retiraron las aguas y la tierra se recompuso, renacida, quizá purificada. Las personas bajaron de la montaña, se atrevieron, y recorrieron el nuevo paisaje, pensando en la reconstrucción, con propósito de enmienda, aprendiendo quizá de sus errores. Algunos animales también se atrevieron a regresar y a revivir, eran portadores de esperanza, ayudantes para una nueva era.
Solo una zona en el interior seguía anegada. En la gran área que antes había ocupado la mansión, con sus jardines y sus fuentes, había nacido una nueva laguna, una laguna de agua salada a cuyo alrededor no crecería gran cosa en mucho tiempo.
Había sido la casa del llorica, cuyas lágrimas brotaron incontinentes ante la premonición del desastre y ahora, pertinaces, seguían lamentando la catástrofe, sin servir para otra cosa.