(Des)amor, (des)pedida (Carla Candel)
Categoría: La caja negra
Las despedidas son muy complicadas. Ese adiós que nadie quiere decir a veces se transmite tan sólo con una broma de última hora, un abrazo, una mirada cruzada cuando el tranvía reanuda su recorrido. Lo ves ahí, mirándote hasta perderte de vista mientras ambos recordáis todo lo que habéis vivido juntos y que jamás podrá repetirse de la misma forma.
Cuesta despedirse de alguien que te ha enseñado tanto, que ha sido un ejemplo para ti, alguien a quien admirabas y que, en algún momento de tu vida, puso tu mundo patas arriba. Alguien con quien has tenido tanta confianza que no te importaba llorar delante de él. Sentías sus pérdidas como tuyas, celebrabas sus victorias. Te enamoraste de cada una de sus frases, de sus muy escogidas palabras. Te enamoraste de su olor y con él descubriste que lo importante está en el interior.
Pero toda buena relación tiene su fecha de caducidad. Aún recuerdas el punto exacto donde lo dejaste y sabes que, si quisieras, podrías volver a por él. Pero no lo harás. “Es lo mejor para ambos”, te dices. Coges el primer tranvía que pasa por allí, pero aún te sientes desorientada, sin rumbo. Tienes lágrimas en los ojos y no puedes dejar de mirar aquel edificio gris donde lo dejaste al mismo tiempo que las puertas del tranvía se cierran. Y es que cuando te despediste de él en aquella biblioteca de Parla, al dejarlo de nuevo en el estante, supiste que nunca volvería a ser lo mismo. Aquel libro te cambió la vida.
