Almendras, nueces y miel, fue la excusa (Soledad Rizzo)
Categoría: La caja negra
Me había apuntado a un taller de escritura, que no resultó ser lo que esperaba, tanto que muchas veces, sentada en mi silla, refrenaba el impulso de coger mi abrigo, mi bolso y salir de la clase para no volver jamás. Pero qué me retenía allí, te preguntarás. Me retenía la persona que se sentaba a mi lado. Por alguna extraña razón, acabamos sentándonos juntas cuando ambas nos vimos injustamente sentadas junto a un pupitre vacío, ella a la derecha y yo a la izquierda, ella en la fila de adelante y yo una más atrás. Yo pensé que era ridículo eso de mantener aquella soledad por pudor a preguntarle si podía ocupar su espacio vacío. Y así fue como acabamos juntas sin saber lo especiales que acabaríamos siendo, la una para la otra, apenas unos minutos después. ¿Has sentido alguna vez esa sensación de familiaridad con alguien que no conoces? Pues eso fue lo que me pasó. Para romper el hielo le pregunté: ¿Sabes tú hacer esas pastas tan ricas que se comen en tu cultura? Y ella, con sorpresa y alegría en la voz, de que alguien le dirigiera la palabra, me contestó: ¡Claro, para empezar necesitas almendras, nueces y miel!