A fuego lento (Rafael Toledo Díaz)
Categoría: La caja negra
En los días de verano tan calurosos como este me asedia la desidia y, para combatirla, me apunto a la rutina habitual. Sin embargo, a pesar de esta tediosa sensación de pereza, mi cabeza sigue rulando, pensando y especulando.
Pero a pesar de mi aparente despiste nada me es ajeno, porque sé que: A fuego lento se fraguan las traiciones, se programan conspiraciones y se planean los asaltos. A fuego lento los malvados planifican las guerras, se genera la violencia y se extiende el miedo, ante la impotencia crece el desánimo a fuego lento.
Como contraste también a fuego lento aumentan las ansias de libertad, de justicia y de paz de las personas y los pueblos. Pero, igualmente, a fuego lento se agranda la envidia y el rencor. A fuego lento los resentidos preparan la venganza cuando madura la inquina, y en el momento que los más débiles manifiestan fragilidad a fuego lento asoma la depresión.
Sin advertirlo a fuego lento se incuba la enfermedad, la tristeza y la soledad, a fuego lento crece la mentira y el chisme. Me enfada y me molesta como a fuego lento se encumbra a los mediocres e igualmente a fuego lento se deja caer a los leales.
Sin avisar, pero a fuego lento, florece el amor y entonces se desata el deseo y la pasión dando rienda suelta a los sentimientos. También a fuego lento germina siempre la amistad y surge la solidaridad, y a la vez, a fuego lento crece el desamor.
Suele pasar que las noticias terminan generando apatía y, a fuego lento, crece el pesimismo y la decepción. A pesar de todo también la ciencia, aunque sea a fuego lento, se desarrolla y evoluciona, igualmente la cultura que, como un cortafuegos frente a la ignorancia, consigue transitar obstinadamente por este mundo donde la ramplonería es norma. Porque las obras de arte se elaboran a fuego lento y será el paso del tiempo el que determine su grandeza.
El final siempre llega a fuego lento como los restos de un incendio, y ya lo cantaba en sus coplas Jorge Manrique: Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando, cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte, tan callando.
Y es que este excesivo calor se hace insoportable, tanto, que mi mente se vuelve pesada y torpe, proyectada al desastre, atormentada por este fuego lento que golpea mis sienes .
De ahí este breve texto inacabado, en este intento de “proema” que se debate entre el derrotismo y la esperanza, frases deslavazadas que intentan trascender, pero que ni siquiera sirven para refrescar un verano tan extremo y tórrido…