Historia mínima (Ismael Sesma)
Categoría: La caja negra
No lo menciono a modo de excusa, pero era verano. Seco, excesivo, persistente; demoledor. El mal humor aparecía por cualquier rincón y no había parasol en el que refugiarse. Aquel todoterreno prepotente y metalizado hizo una maniobra imprevista que me obligó a dar un volantazo peligroso y echarme al arcén. Siguió tan campante; la cosa iba con él. Después del susto, pensé en el aire acondicionado que seguro llevaría, me alisé el pelo mojado y le juré lo peor. Si hubiera sido una orden, no la habría ejecutado mejor. El cochazo se elevó en el aire, giró como un trapecista y reventó contra el asfalto. Al día siguiente, era portada en todas las televisiones. Aparqué mi utilitario debajo de casa; supongo que allí seguirá. Entre los calores impenitentes y el remordimiento que parecía consumirme, terminé ingresando en los Cartujos. Aquí se habla poco; por lo demás es un mundo pequeño como otro cualquiera. Rezo, trabajo y rezo con fe y tesón verdaderos. Aunque, si hay que fiarse de las escasas noticias que nos llegan de fuera, con poco éxito.