El olor de la infamia (Eva Soria)
Categoría: La caja negra
¿Recuerdos? Ninguno.
La misma pregunta se unía como un eslabón perfecto a la
misma respuesta. Solo el recuerdo de un leve olor me acompañó
durante años. El olor de la infamia.
Las pesquisas de la policía y los interrogatorios interminables a
mis amigas, de nada sirvieron para reconstruir los hechos.
Las luces de la discoteca reproducían a velocidad de vértigo las
dos últimas horas de consciencia de aquel día.
Caras y cuerpos con espasmos rítmicos entraban por mi retina y
se desvanecían al mismo tiempo. Copas en la mesa, vulnerables
ante los efectos de la nueva ola de amnesia que producían las
últimas drogas introducidas, sigilosamente, por los depredadores
nocturnos.
De repente la oscuridad y la memoria petrificada. Existir sin
ser.
Durante años estuve en un estado de hibernación total, donde
el recuerdo de aquella noche estaba amordazado por las cuerdas
del miedo, del silencio, de la nada. Una hoja en blanco y siempre
la misma.
El tiempo pasa inexorablemente y aunque no cure todo, ayuda a
apelmazar las capas menos amables de los estratos que forman la vida. Todo empezaba a fluir de nuevo, hasta que aquella tarde en
el cine con mis amigas, un olor a callejón pestilente y húmedo que
procedía de la butaca de atrás, resucitó imágenes hasta ahora
inéditas en mi retina…
Y no pude. Y no tuve fuerzas. Ese olor inmundo como un foco más
de la sala de cine, me mostró nítidamente las dos últimas horas
de mi inconsciencia.
Y no pude mirar hacia atrás. Y no tuve fuerzas.