Servicios de emergencias (Maite Martín-Camuñas)
Categoría: La caja negra
Estaba viendo la peli de los viernes y, de pronto, puse un pie descalzo en el suelo, di un respingo al sentirlo frio y húmedo, me levanté rápidamente y cuál no sería mi sorpresa al comprobar que el pavimento de mi casa era un río de aguas frías y amargas.
Llamé a la puerta de mi vecino, en estado de shock y éste se acercó y cortó el agua general del bloque para parar este torrente inagotable de agua.
Rápidamente se fueron arremolinando otros vecinos al percatarse de que sus grifos estaban secos. Comenzaron los dimes y diretes, que si esto es por tu culpa, que si la casa es vieja, que si mañana tengo que ducharme sin falta, que si los desayunos de los niños… Ya sabemos que en estos casos cada cual piensa en “lo mío” y les da lo mismo lo del resto del mundo. Nadie se percataba de que yo tenía mi casa inundada y los pies descalzos. Al fin, un vecino se ofreció a realizar una chapu de urgencia hasta que se pudiera contactar con un fontanero a la mañana siguiente.
Con la mala suerte de que se tenía que meter en un patinillo y romperme una pared del baño. Salió por el huequecito practicado y puso el soldador de gas en marcha sin apreciar que se estaba saliendo el gas. En cuanto saltó la chispa, se prendió fuego el espacio, la mujer, que le estaba asistiendo, al verlo, tiró de sus piernas sin percatarse de que el pantalón de ella estaba en llamas.
Llamada urgente a la policía, a los bomberos y a una ambulancia, y yo, desalojada de mi casa, descalza, con mi perra sujeta de la correa e histérica porque mi gata permanecía dentro de la casa y los bomberos me impedían la entrada.
Esa noche me fui a dormir a otro lado. Dos días después, ya repuesta del susto, volví y cuál no sería mi sorpresa al sentirme observada por una pequeña criatura que correteaba por dentro de mi cuarto de baño.
-¡¡¡¡Una rata!!!! Grité con más miedo que el bichejo que me contemplaba medio escondido.
El miedo y el asco superaron en un primer momento a la impronta de mi casa llena de paredes húmedas, puertas hinchadas, ropas revueltas, casi todas mis posesiones rotas, deshojadas por el suelo.
Decididamente tengo que iniciar una reforma integral de toda mi casa.
Solo falta descubrir de dónde sacaré el dinero en tiempos de empleos precarios, volatineros y deshumanizados.