Tríptico reformista (Carlos Lapeña)
Categoría: La caja negra
DOMÉSTICA
El primer indicio fue una mancha de humedad en el techo de la cocina. El segundo, una grieta en la pared del comedor, junto a la ventana. El tercero, la carcoma en la tarima flotante. El cuarto y último indicio fue la electrocución de Manolo, el hijo mayor, cuando fue a enchufar el cargador del móvil. Pero ningún miembro de la familia supo interpretar las señales que pedían a gritos reformar la vivienda y, cuando quisieron advertirlo, la casa ya había cambiado por su cuenta, era otra completamente distinta y ellos se habían quedado fuera. Lo comprobaron al volver del hospital, cuando ninguna llave pudo abrir la puerta.
LABORAL
El agente de policía reprimió la concentración sin miramientos. Los tres manifestantes, todos empleados en el bar, se dispersaron a regañadientes y con magulladuras y contusiones.
El encargado, también jefe del negocio, lo vio todo a través del cristal del escaparate y, cuando creyó que se había restablecido la calma, abrió al público.
Invitó al policía a un café con leche sin lactosa y le preguntó por su chaval, si seguía en el paro.
Acordaron darle una oportunidad en el bar, al menos un mes de prueba, porque esos tres gandules desagradecidos se iban a la calle, desde luego.
EDUCATIVA
La niña no paraba. El lunes, deporte. El martes, pintura. El miércoles, filosofía. El jueves, música. El viernes, teatro. Llegaba al fin de semana cansada, pero satisfecha.
Sus padres no veían motivo de preocupación, por el momento. La niña parecía gestionar bien el tiempo y el esfuerzo. Y el colegio al que iba era una buena vía de escape para descansar y recargar las pilas.