Los Reyes son los padres (Carlos Lapeña)
Categoría: La caja negra
Mi vecina Felicidad, Feli, ha estado fuera muchos meses, me ha abandonado sin piedad durante los meses más duros de alarma y pandemia, pero ha regresado y me ha traído una sonrisa y una botella de vino. La sonrisa tiene forma de canción, una vieja canción del uruguayo Quintín Cabrera, titulada Los Reyes son los padres (https://youtu.be/daU_ILiIOaA), que empieza: “Vamos a hablar, hijos míos. / Ya sabéis que los Reyes son los padres…”. Es una canción llena de verdades, con un ritmillo que siempre me ha gustado (me gustan los ritmillos, ea). “La escucho por oposición, dice Feli, porque la realidad es que la mentira se ha adueñado del mundo, yira, yira”. Y sí, las cosas que Quintín Cabrera denuncia en su canción son tan ciertas y están tan vigentes que despiertan la mala leche, la indignación y la rabia, pero acompasadas con el ritmillo. Y ocurre lo que suele ocurrir muchas veces, que la crítica se vuelve mucho más eficaz cuando se expresa con humor.
La botella de vino es un garnacha de Rioja, cuya etiqueta ya lo hace bueno; se llama La maldita revolución. No me digáis que no es oportuno el nombre. Ocurre con muchos vinos descubiertos últimamente. Hay bodegas nuevas que están revitalizando uvas y zonas olvidadas o denostadas y elaborando unos vinos estupendos, admirables y económicos, para más señas, y a veces con unos nombres llenos de intención (Ostras Pedrín!, de Gandía; El hombre bala, de Madrid, Malafollá, de Granada, La Perra Gorda, mencía del Bierzo; Loco, de Méntrida…).
Así que a la sombra del garnacha y de Quintín Cabrera, Feli yo hablamos de la mentira del mundo, que no tiene desperdicio: la nueva acepción del verbo derogar, concretamente derogar-reformas-laborales y derogar-ley-mordaza; las mentirosas medidas de prevención contra la ómicron y de tratamiento de positivos, contactos estrechos, contagios; la mentira de la política sanitaria; la mentirosa realidad de la UE y la ONU cuando el problema viene de fuera, ya sea la frontera ucraniana, la cuestión palestina, o la saharaui, la espeluznante fosa común mediterránea; la mentira inherente al fachismo español; la mentira anunciada de la casa real… Yira, yira, brindamos.
Feli me hace más observador y meditabundo, porque tiene la habilidad, o la virtud, de mantener la mirada atenta y la atención fresca. Y me contagia. Y es Feli quien me recuerda que la canción termina: “…pero cuidado, que hay que tener presente / que los padres, como todos, se equivocan”. Así que, entonces, los Reyes Magos… Nos queda la esperanza… la fantasía.