El equipaje, siempre bien hecho (Carlos Lapeña)

El equipaje, siempre bien hecho (Carlos Lapeña)

Categoría: La caja negra

Supone una ilusión insospechada hacer el equipaje en esa maleta. Es una maleta nueva, sí, recién comprada, pero eso no justifica el placer desmedido que le produce. En cualquier caso, antes de abrirla pasa la mano por todos sus lados, se entretiene en la cerradura y el asa, repasa las esquinas y las ruedas… Y la abre. Siente, aunque pueda parecer una exageración, que también el aire del interior es nuevo e inspira concienzudamente, moviendo la cabeza como husmeando, como queriendo inhalarlo todo. También palpa el interior con calma y fija su atención en las cintas y los bolsillos, las cremalleras. Qué perfecto equilibrio encuentra entre el azul metalizado del exterior y el gris marengo interior, entre la fría flexibilidad del policarbonato y la suave rugosidad del algodón.

Ha pasado un buen rato recreándose con el continente y ahora ha llegado el momento de entregarse al contenido.

Pero el contenido es un nuevo continente. Es una bolsa de plástico grueso y transparente que ajusta con minuciosidad a las paredes interiores y al fondo de la maleta. Dentro de ella colocará, también minuciosamente, otras bolsas más pequeñas, también de plástico, polietileno, cada una con su contenido contenido.

Despacio y con atención, como alguien entregado a un tetris definitivo, coloca aquí la más ancha, ahí esa más alta, allí la larga; en el compartimento de la cremallera esa otra redondeada, coronada con estas dos más pequeñas y esa con forma de corazón… Qué bien combina el gris marengo con el rojo sangre.

Cuando ha colocado todo en su sitio, considera que el equipaje ya está hecho y cierra la maleta. Lo hace despacio, con el mismo cuidado con que ha hecho todo hasta ahora. Después, se sienta sobre la cama y suspira con satisfacción.

Ya solo falta elegir un destino donde mandarlo para siempre.


Deja un comentario

El Twitter del Globo