Listas y tontos (Carlos Lapeña)
Categoría: La caja negra
Solo se acordaba de lo suyo, medio kilo de rosquillas del santo, por eso había hecho una lista de la compra y por eso ahora la sacaba del bolsillo y soltó un improperio contra el mundo al ver que no era la lista de la compra, sino la de una candidatura que le pareció indignante, guardada allí para ser comentada después con su amigo en la terraza del bar. O sea que no era la lista lista para llenar la nevera, sino la lista tonta para reír por no llorar delante de una cerveza.
Decidió improvisar, sabiendo que la compra iba a resultar una chapuza y que en casa se la iban a armar por eso, por chapuza, comprando mucho de lo que nadie quiere y poco de lo que todo el mundo aprecia menos tú, papá, qué morro tienes.
Cambió de idea. Decidió ser creativo y convertir el contratiempo en oportunidad. Sacó un boli del bolsillo interior de la chaqueta y jugó a asignar el nombre de un producto cada nombre de la lista. Así, los 136 diputados se convirtieron en otros tantos productos a comprar. Pero, claro, la creativa labor resultó demasiado entretenida y ya iban a cerrar cuando asignó el último producto al último candidato. Tuvo el tiempo justo de pedir sus rosquillas, pero no el medio kilo previsto, no.
—Quiero 136 de las listas.
—¿136?
—Efectivamente, de las listas, una lista por cada tonto.
—¿Perdón? Lo siento, no nos quedan tantas…
—Vaya… Bueno, me apaño con medio kilo.
Después, en casa, inventó una excusa.