Mi nombre es Revolución (Carlos Candel)
Categoría: La caja negra
Hay quien dice que la ideología de tus padres marca la tuya propia, y puede que lleven razón. En mi caso, no sé si la decisión de mis padres de llamarme “Revolución” determinó mi voto, pero sí mi vida. Mis padres, fieles seguidores de personajes como el Ché, Ibárruri o Marcos, depositaron en mi nombre la esperanza de transformación que ellos apenas lograron soñar. Yo, por mi parte, viví aquel anhelo desde mi más tierna infancia con cierta desconfianza, con prudencia e incluso se podría decir que con algo de vértigo. Una carga demasiado pesada para una espalda tan tierna. No se pueden hacer una idea de lo difícil que puede llegar a ser la vida con ese nombre. No sé en qué estarían pensando. En la escuela, al recibirme el primer día en clase, los profesores no podían evitar dejarse llevar por el prejuicio que mi nombre tenía asociado desde el nacimiento, y solían relegarme a los últimos puestos de la clase, a ser posible lejos del resto, como si mi mera presencia pudiera contaminar los ánimos serviles de mis compañeros. Y lo peor era cuando se olvidaban de su significado y me nombraban en voz alta en plena clase: “¡Revolución!”. El resto de alumnos solía estallar en carcajadas y tirar los cuadernos al aire, desvirtuando el concepto mismo de la protesta. Y, claro, al final, el que terminaba en dirección, era yo.
Y qué decir de cuando la policía me pedía la documentación por cualquier control rutinario… No tardaban en echarse la mano a la pistola en lo que a todas luces se trataba de un acto reflejo provocado por mi nombre. De verdad que no sé qué razones llevarían a mis padres a ponerme un nombre tan pretencioso.
A la hora de buscar pareja tampoco ayudó mucho, pues nadie quería estar con alguien que parecía estar dispuesto a pasarse el día pegando tiros por ahí o a morir por las ideas. Quizás pudieran sentir un poco de curiosidad al principio, pero tarde o temprano se terminaban sintiendo que mi carácter tímido e inseguro más bien cuadraba con otro nombre: Decepción.
Con el tiempo aprendí a vivir con ello, trataba de enmascarar mi nombre con ridículas abreviaturas, sobre todo si se trataba de buscar trabajo. “Me llamo Rev” o “Mi nombre el Revo”. Pero al final siempre había alguien que descubría en algún papel mi auténtico nombre y terminaban por despedirme, no fuera a ser…
El caso es que, a pesar de que mis padres trataran de indicarme el camino correcto, yo nunca he encontrado el tiempo ni las fuerzas para hacer honor a mi nombre.