De viernes a viernes (Javier González)

De viernes a viernes (Javier González)

Categoría: La caja negra

(Suena el teléfono. Una mujer de unos 70 años de edad descuelga el aparato)

MADRE – ¿Cariño?

HIJO – Hola, mamá. ¿Cómo estás?

MADRE – Como siempre. Con achaques nuevos todos los días y engullendo pastillas para no caer al hoyo.

HIJO – Qué exagerada eres. Si estás como una rosa.

MADRE – De pitiminí. ¿Y tú, cómo te encuentras?

HIJO – Sin cambios en el horizonte.

MADRE – Sigues estudiando, ¿no?

HIJO – Todos los días, mamá.

MADRE – No hay que desfallecer. Es el único camino para ser el primero.

HIJO – Ya veremos cuando abran convocatoria. Si lo hacen algún día.

MADRE – Antes de lo que te imaginas.

HIJO – Ya van cinco años de retraso.

MADRE – Paciencia. ¿Y el trabajo?

HIJO – Ese no varía. En la cuerda floja.

MADRE – ¿Cuándo te hacen fijo?

HIJO – Nunca.

MADRE – Qué rancio te vuelves. Todo llega, hijo, todo llega.

HIJO – Cuántas veces tengo que repetirte que las cosas no son como antes. Ahora los contratos se firman a plazos.

MADRE – No me entra en la cabeza que cada viernes no sepas si seguirás trabajando hasta el siguiente viernes. Deberías hablar con el jefe, como se ha hecho toda la vida.

HIJO – ¿Con qué jefe?

MADRE – Pues con el jefe, leches. Los jefes seguirán existiendo, digo yo.

HIJO – Esto es una multinacional. Aquí los que dan la cara por los supuestos jefes están de viernes a viernes como el resto de empleados.

MADRE – ¿Y vas a estar así todas las semanas? Llevas por lo menos un año.

HIJO – Dos, mamá, dos. Pero no sale nada mejor.

MADRE – ¿Y tu carrera?

HIJO – Sin pista donde ejercerla.

MADRE – A este paso voy a ser abuela en la tumba.

HIJO – Tienes a Charlie.

MADRE – ¿Tu perro? No me tires de la lengua.

HIJO – Pero si te quiere con locura.

MADRE – Qué tonto eres. Bueno, ¿cuándo vas a venir?

HIJO – No lo sé. Hace siglos que no libro dos días seguidos.

MADRE – Bonito infierno.

HIJO – Ayer me renovaron hasta el próximo viernes. Mi infierno se reactiva los miércoles.

MADRE – ¿Y qué estabas haciendo ahora?

HIJO – Disfrutar de mi paraíso, ahora. Corto y efímero, pero mío.


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