Cachivaches I: Selectómetro (Carlos Candel)

Cachivaches I: Selectómetro (Carlos Candel)

Categoría: La caja negra

El presente artefacto fue utilizado durante los primeros años del siglo pasado como medio de investigación de calidad para determinar la personalidad, gustos e intereses de los ratones de laboratorio mediante un sencillo sistema de pregunta-respuesta por estímulos asociados. A los ratones se les ofrecían tres opciones diferentes, fundamentalmente vinculadas a la alimentación, introducidas previamente en cada una de las tres ventanas. Las distintas opciones eran el resultado de una pregunta que los investigadores lanzaban a los ratones de manera simbólica. El ratón seleccionaba su preferencia, ‘A’, ‘B’ o ‘C’, introduciéndose a través de la ventana correspondiente y la válvula escaneadora situada justo encima determinaba en cuestión de un segundo si dicha decisión respondía, en efecto, al deseo e intereses del pequeño animal. Acto seguido, una pequeña luz instalada encima de la ventana ofrecía en color rojo un negativo o en verde el positivo.

A partir de este momento el artefacto emanaba a través de un agujero un diagnóstico en forma de voz masculina: “¡El sujeto desea compañía!”, “¡El sujeto prefiere la comida dulce!”, “¡El sujeto aspira a ser famoso!”, “¡El sujeto no sabe lo que quiere!”…

En algunos casos, cuando la luz indicadora ofrecía un rojo, la máquina devolvía en un cajetín instalado en el lateral derecho una medicina autorreguladora en forma de cápsula. Dicho medicamento se le ofrecía a los animales confusos, con dificultades para decidir o cuyas selecciones iban en contra de su propio beneficio. Una vez hubo un ratón que prefería comer matarratas a un pedazo de queso. Hay que tener en cuenta que en los experimentos para los que eran requeridos estos animales era fundamental su salud mental y que las capacidades de decisión no estuvieran anuladas de alguna forma.

Sólo en contadas ocasiones, en las que un individuo, tras haber sido tratado en varias ocasiones con la medicina autorreguladora y no habiendo obtenido resultados favorables, se utilizaba la manivela correctora, que ponía en funcionamiento una serie de cuchillas trituradoras en el interior de la ventana para acabar con la vida del indeseable animalito, al que se consideraba defectuoso o desechable, sin dolor o al menos lo más rápidamente posible.

Evidentemente, este método de investigación fue denunciado por multitud de asociaciones animalistas y fue retirado de los procesos de calidad de los laboratorios.

Sin embargo, hace poco menos de un par de años, un pequeño grupo de investigadores politólogos determinaron que este sencillo sistema bien podría valer para determinar la coherencia o incoherencia con la que las personas afrontan sus propias decisiones, y en este sentido, la máquina podría ser muy valiosa para analizar si las decisiones que tomamos las personas están contaminadas por otros factores que podrían incluso llegar a perjudicarnos.

En este sentido, realizaron un pequeño experimento inicial en el que tomaron como punto de partida una muestra inicial de 500 personas. En el experimento se simulaba un reféndum sobre la monarquía, en el que se ofrecían las siguientes respuestas:

A) Me considero monárquico/a.

B) Me considero republicano/as.

C) No soy ni monárquico/a ni republicano/a.

En este caso, las personas únicamente debían introducir el índice derecho para que las válvulas escanearan la preferencia.

Los resultados del experimento resultaron inquietantes:

  • Un 25 % de los encuestados respondieron A, un 25 % B y el 50 % restante C.
  • En el caso de los participantes que respondieron A, un 90 % de estos recibieron un indicador luminoso de color verde y el 10 % rojo. El diagnóstico fue, en términos generales, común: “Necesita decidir”.
  • El 80 % de los que seleccionaron la ventana B recibieron un indicador luminoso de color rojo y el 20 % restante verde. En esta ocasión, los diagnósticos más relevantes fueron el siguiente: “Al sujeto le cuesta comprender la pregunta” o “Le resulta difícil ceder” y en algunos casos, sobre todo los relacionados con el 20 %, “No le gusta tomar decisiones”.
  • En ambas situaciones la máquina ofreció una pastilla autorreguladora que recondujo la respuesta en el 69 % de los casos hacia la A en un segundo intento y en un 30 % al tercero. Con el 1 % restante, con los que no parecía funcionar la medicación autorreguladora, se desestimó la posibilidad de usar la manivela correctora, como es lógico, y se consideró que los participantes mostraban un alto nivel de contaminación externa, perfectamente desestimable para la muestra.
  • Sin embargo, en el caso de los que seleccionaron la ventana C, en el 100 % el indicador luminoso no ofreció ningún color y del agujero de diagnóstico surgió una voz que decía: ¡¿Por qué no te callas?! Tampoco se generó medicina autorreguladora alguna. En su lugar, un diminuto hilillo de humo que terminaba ennegreciendo la pared del lateral derecho de la máquina.

Con el último de los sujetos encuestados la máquina sufrió un cortocircuito que terminó por romper el cable de corriente y dejar el Selectómetro completamente inservible.


Deja un comentario

El Twitter del Globo