El ritual (Eva Soria)

El ritual (Eva Soria)

Categoría: La caja negra

Las 8.30 de la mañana. Una suave brisa con olor a café entra por la ventana de la habitación de Emma acariciando su rostro. Empieza el rito diario de cada mes de agosto. Aseo, desayuno, limpieza de la casa y los preparativos de playa. En el bolso de paja: la toalla, la crema solar, la botella de agua, las gafas de sol, el sombrero, el monedero, el móvil y la lectura.
Se dispone a salir por la puerta abierta de par en par ofreciéndole, como cada mañana, el km 0 del recorrido diario, que podría hacer con los ojos cerrados. Después de 10 minutos de pasos autómatas llega a una extensa pradera de arena y juncos.
Hay poca gente, ¡suerte! “ -piensa, mientras ojea una pequeña duna donde observar sin ser vista, escuchando de fondo el susurro sin descanso del mar.
Extiende la toalla, se pone las gafas y el sombrero, se embadurna con la crema solar, saca el libro y cuando se dispone a sumergirse en este otro mar de letras, una silueta sombrea por un instante el cuerpo de Emma.
Buenos días, señorita, disculpe”. Emma levanta la vista y descubre ante ella a un chico moreno, corpulento , vestido con una camiseta blanca, unos pantalones cortos y azules y unas deportivas.
Buenos días… ¿sí…?”, responde sin saber muy bien las intenciones del chico.
Le recuerdo que desde ayer el uso de la mascarilla es obligatorio en toda la provincia y en los espacios públicos, por favor, sea tan amable de ponérsela, sino me veré obligado a multarla y son 100 euros”
De repente una nube le quita el protagonismo al sol cegador de media mañana.
Perdone, no lo sabía. Ahora mismo me la pongo.” , contesta mientras las huellas de las zapatillas blancas de deporte se distancian de su toalla.
Emma, contrariada, rebusca en su bolso.
¡Vaya, la he olvidado!”, susurra. Con gesto preocupado, se levanta, recoge sus cosas y desanda el camino. Al llegar a su casa recuerda que en el cajón de la mesilla de su habitación hay un paquete. “A partir de ahora tendré que dejar el paquete de mascarillas junto a la crema solar, la lectura, el móvil, las gafas de sol, el sombrero, el monedero, la botella de agua y la toalla
De vuelta a la playa, sombrillas de colores, niños gritando, cometas de formas caprichosas danzando al ritmo impuesto por el viento, familias con mesas de camping preparando el almuerzo.
¡Mierda!, me quitaron el sitio”. Mientras a lo lejos se escucha una voz entrecortada por el grito de las olas golpeando la orilla marina.
Juan, haz el favó, ponte la mascarilla”.


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