Vacaciones en mi sofá (Antonio de la Fuente Arjona)

Vacaciones en mi sofá (Antonio de la Fuente Arjona)

Categoría: La caja negra

(La familia de GRETA descansa sobre el viejo sofá del salón: la MADRE lee un periódico, el PADRE ve la televisión, TOM dormita echado sobre sus padres, y GRETA, sentada a los pies del sofá, juega con la play. El sol de una radiante tarde de Agosto se cuela a trozos por las persianas de la ventana. Un ventilador, casi pegado al sofá, refresca algo el ambiente. Solo se oye el sonido del televisor y los ruiditos de la play. Pero de pronto un reloj, en algún lugar de la casa, marca las siete de la tarde. Todos dejan lo que están haciendo y prestan atención al aviso del reloj. Hasta TOM se despierta.)
MADRE: Es la hora.
PADRE: (Apagando el televisor con el mando.) Sí, ya es la hora.
TOM: (Saltando del sofá al suelo, muy animado.) ¡Greta, ez la hora, ez la hora!
(TOM, el pequeño de la familia, tiene una manera curiosa de hablar, convirtiendo en z las eses que pasan por sus labios.)
GRETA: Sí, Tom, nos vamos.
MADRE: ¡En marcha!
(Todos se ponen en pie y, muy dicharacheros y algo apurados, camina cada uno hacia su habitación.)
PADRE: No os olvidéis nada que una vez en marcha no podremos volver.
(TOM y GRETA han salido por una puerta y sus padres por otra. Ahora solo oímos sus voces hablándose de una habitación a otra.)
TOM: ¿Mamá, puedo llevar a mi Tigre Tigrozo?
MADRE: Por supuesto, Tom.
PADRE: Greta, no te olvides del mapa.
GRETA: Ya lo tengo, es lo primero que he cogido.
MADRE: ¡Y la brújula!
GRETA: ¡Es verdad!
MADRE: ¿Llevo unas galletas para el camino?
TOM: ¡Zí, laz de chocolate!
PADRE: Coger solo lo imprescindible, que en el barco tampoco tenemos mucho espacio. (Saliendo de la habitación. Viste unos pantalones cortos, una camiseta a rayas, un gorro de marinero, y… ¡unas barbas hechas de lana!) ¡Pues yo ya estoy!
TOM: Y nozotroz también.
(TOM y GRETA también se han disfrazado de marineros. Pero TOM además carga con su tigre de peluche, lleva una espada de plástico al cinto y GRETA le ha pintado bajo la nariz unos bigotes muy elegantes.)
PADRE: Tom, me gustan tus bigotes.
GRETA: (Riéndose al ver a su padre.) Pues tus barbas son de risa.
MADRE: (Vestida con una camisa larga, unos pantalones negros, un gorro hecho de papel, y… ¡un parche en el ojo izquierdo!) ¿Qué tal estoy?
TOM: Mamá, daz un poco de miedo.
MADRE: Es lo que tienen los piratas.
GRETA: (Corriendo hacia el sofá.) ¡Tripulación a bordo!
(Y la familia al completo se sube al viejo sofá.)
MADRE: ¡Soltar amarras! (La MADRE maneja el timón, una escoba colocada sobre el brazo del sofá.) ¡Izad la mayor!
PADRE: Sí, mi Capitana.
(Y el PADRE, ayudándose del palo de la fregona, despliega una sábana a modo de velamen que ya se hincha con el aire del ventilador.)
GRETA: (Situada en la proa de tan singular embarcación.) ¡Rumbo al horizonte!
TOM: (Muy preocupado de que su tigre de peluche no se caiga al agua.) Mamá… (Rectificando.) Digo, Capitana, ze me olvidaron las paztillaz para el mareo, y ya zabez que a Tigre Tigrozo le azuzta un poquito el mar.
PADRE: (Tranquilizándole.) No te preocupes grumete que no creo que hoy haya tormenta.
MADRE: Además nuestra travesía será corta, tenemos viento a favor.
GRETA: ¡Y los delfines nos guían! (Señalando hacia su derecha.) ¡Mirad a babor!
TOM: (Asomándose.) ¡Cuántoz delfinez!
PADRE: Son preciosos.
(Y mientras los demás observan a los delfines, TOM divisa algo en el horizonte.)
TOM: ¡Tierra!
MADRE: (Sorprendida.) ¿Tan pronto?
TOM: (Señalando.) Zí, allí, parece una izla, ¿no la veiz?
GRETA: (Con una mano sobre los ojos para protegerse de los destellos del sol.) ¡Sí, yo también la veo!
MADRE: ¿Dónde?
PADRE: A proa, Capitana. Nuestro grumete tiene vista de águila.
MADRE: Y yo me dejé las gafas en casa.
TOM: ¡Todo recto, Capitana!
MADRE: Está bien, fondearemos en la playa.
PADRE: Greta, no te olvides del plano y la brújula.
MADRE: ¡Arriad las velas!
PADRE: (Recogiendo la sábana y el palo de la fregona.) ¡A sus órdenes!
MADRE: ¿Quién será el primero en pisar tierra firme?
PADRE: Yo creo que el honor le corresponde a nuestro grumete, que fue quien avistó esta isla.
TOM: (Como pidiendo permiso.) ¿Puedo?
MADRE: Pues claro, adelante.
(Y TOM de un salto baja del barco a la playa. Y tras él, GRETA y sus padres.)
TOM: (Mirando a un lado y a otro.) Parece una izla dezierta, ¿verdad?
GRETA: Justo la isla que estábamos buscando.
PADRE: Veamos que dice el mapa.
GRETA: (Desplegando el mapa y leyendo.) Desde la playa dos pasos al norte, tres zancadas al sureste y dos saltos al noreste. Bajo el árbol seco está el tesoro.
MADRE: ¡En marcha! Busquemos ese árbol seco.
(Y ayudándose de la brújula siguen el recorrido marcado por el mapa hasta
encontrarse con… ¡un perchero!
)
TOM: ¡El árbol zeco!
PADRE: Pues sus raíces guardan el tesoro que buscamos.
MADRE: (Sacando del bolsillo un cucharón.) Dejadme a mí, que vengo preparada para estos menesteres. (Y empieza a cavar.) Menos mal que la arena está blandita. (Hasta que la pala choca con algo duro.) ¡Aquí está!
GRETA: ¡El cofre del tesoro!
(GRETA recoge el cofre y lo muestra… una pequeña caja de zapatos. La familia se acerca expectante. GRETA abre la caja y TOM, no pudiendo contener su impaciencia, mete la mano y saca el tesoro. ¡Un libro!)
TOM: ¡La izla del tezoro! ¡Ez el libro de “La izla del tezoro”! (Y corre de nuevo hacia el sofá, se sienta en el centro y llama a los demás.) ¡Vamoz!
MADRE: ¿A quién le toca leer hoy?
GRETA: A papá.
(Y todos se sitúan en el viejo sofá como al principio de la escena.)
PADRE: (Cogiendo el libro de manos de TOM.) A ver por dónde íbamos… (Busca la página y empieza a leer en voz alta. La MADRE saca las galletas de chocolate y las reparte. Comen en silencio, muy atentos a la lectura mientras la luz del día se despide lentamente…)

Ilustración de Mariano Martín

3 Comments

Carmen

agosto 7, 2020 en 8:24 pm

Me recordó mi infancia, cuando jugaba con mis hermanos en la sala de casa. Con sillas y sillones hacíamos barcos, carretas de colonos, cabañas indias….gracias Antonio!

    antonio

    agosto 9, 2020 en 7:32 pm

    Carmen, mi infancia fue muy parecida a la tuya. Debajo de la mesa del salón construíamos cabañas y hasta un colmado donde “vendíamos” cualquier cosa que recogíamos por la casa (para desespero de mi madre). Y la cama muchas noches era un barco que debía soltar amarras para poder dormir…

    Sonia

    agosto 18, 2020 en 12:30 pm

    A mi gusta mucho encanta que bonito

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