Con(Fin)ados (Carlos Candel)
Categoría: Guía de supervivencia
Primero decretaron el estado de alarma.
No nos asustamos.
Más tarde, recomendaron que trabajáramos desde casa.
Dejamos de contaminar.
A la semana siguiente ordenaron el confinamiento provisional de unos pocos.
Nos quedamos en nuestras casas, tranquilos, con nuestras familias, y empezamos a disfrutar de pequeños detalles de los que antes no éramos conscientes.
Dejamos de ver a nuestros amigos.
Aprendimos a hacer videoconferencias.
Unos días después, nos dijeron que saliéramos solo para hacer la compra, de uno en uno.
Hicimos la compra a nuestros mayores.
Nos impidieron visitar a nuestros enfermos, aún en sus últimos momentos.
Estuvimos más cerca que nunca de ellos.
Después declararon el fin de cualquier actividad que no fuera esencial.
Resistimos.
Cada día era más difícil encontrar productos en el supermercado.
Empezamos a cultivarlos en nuestra propias casas.
Cerraron la ciudad para que nadie entrara o saliera.
Salimos a los balcones. Hablamos con los vecinos. Compartimos lo que teníamos, sobre todo los miedos.
Detuvieron a mucha gente por no cumplir las normas, lo dijeron los telediarios. Así que no salimos.
Enfermamos, y algunos lo superamos. No nos abrazamos, pero lloramos.
Nos dijeron que podíamos salir, que era el momento de ir a trabajar, de reanimar al moribundo motor de la economía…
Nos quedamos en casa. Ya nadie lo necesitaba.