Cuentos microbios (Carlos Lapeña)

Cuentos microbios (Carlos Lapeña)

1. LA MEMORIA

Después de tantos meses de confinamiento, sin contacto directo con nadie, las manos se encontraron y dudaron entre estrecharse, golpearse o acariciarse. No recordaban cuál era la acción más adecuada para la ocasión.

Afortunadamente, los pies lo tenían más claro y entrelazaron sus dedos, libres de calcetín, de zapato y de miedo.

2. LA SALIVA

A la saliva le costó muchísimo más tiempo liberarse del estigma. Salir de la boca para entrar en la boca no había beso que lo justificase. Y escupir improperios y lamentaciones no ayudaba, la verdad.

3. EL OTRO

(a Xavier Frías)

El virus, el oficial y clínicamente testado, era, lógicamente, microscópico. Pero el otro, el de los gritos constantes en el 1º B, ese era tan grande como tonto.

4. EL PASADIZO

Mamá dice que pronto podremos salir de casa. A mí no me importa estar confinado el tiempo que sea, porque todas las noches salgo a dar un paseo, sin que nadie se entere, gracias al pasadizo que he descubierto en la pared, detrás de los libros de mi biblioteca.

5. LA COMA

(a Augusto Monterroso)

“Elegid qué coma quitar”, dijo el maestro, mientras escribía en la pizarra: Cuando despertó, el virus, ya no estaba allí.

6. EL ENTORNO

—Llegará un momento en que nuestra atención pase del virus al entorno, a nuestro impacto humano en el entorno –hablaba el profeta–. En dos meses de confinamiento ha desaparecido la nube de polución sobre la ciudad, las tortugas han llegado al mar, el canto de los pájaros es diferente, y se oye, los osos panda del zoo han follado por primera vez en diez años… Y descubriremos que somos otro tipo de virus mucho más pernicioso, sin duda.

7. LOS ABRAZOS

Los abrazos que nos demos a partir de ahora deberán tener memoria.

8. LAS CENIZAS

(a Eduardo Galeano)

Cuando los millones de guantes y de mascarillas fueron incinerados, sus cenizas se esparcieron por el aire…

Final 1

…ávidas de venganza.

Final 2

…para fundirse con la noche.

9. LOS CUENTOS

Antes de que se la llevaran, mamá puso en el suelo de cada habitación uno de mis cuentos abierto. Y allí siguen después de tantos años, porque cada vez que entro en ellas puedo oír su voz, leyéndolos.

10. LA CIUDAD

(a Joan Margarit)

Durante el confinamiento, dibujé una ciudad extraordinaria en una hoja de papel.

Una tarde, mientras le daba los últimos retoques en el balcón, una repentina ráfaga de viento se lo llevó.

Nunca recuperé el dibujo, pero la ciudad extraordinaria sí, a ella sí la he encontrado.

11. EL SECRETO

El secreto fue revelado y pronto se extendió por toda la ciudad. Si bien hubo quien no lo creyó, la mayoría lo puso en práctica con notables resultados, en cada casa según sus posibilidades, lógicamente.

El libro concreto, abierto por la página correspondiente y colocado en el lugar adecuado, propiciaba el viaje.

De esta manera, fuimos muchas las personas que pudimos salir de casa utilizando el armario, el ascensor, la puerta, el pasillo, el pozo, el hueco de un árbol, la cama, el atardecer…, y visitar otros mundos libres de virus y confinamientos.


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