A cuerpo (Ismael Sesma)

A cuerpo (Ismael Sesma)

Salto de la cama y enciendo el ordenador, ahora tengo teletrabajo. Mientras llega el silbido agudo de la cafetera, pongo la televisión para actualizar las últimas noticias del bicho. No hago mucho caso al torbellino de imágenes, me tranquiliza el aplomo de la locutora de voz de terciopelo y peinado impecable. Subo la persiana y me detengo a observar desde la ventana el panorama. Desde que estoy dentro, los árboles de la calle cambiaron los brotes por hojas, ha llegado la primavera con su cambio de hora. La calle está inmóvil, como casi todo el planeta Estupor, solo el vientecillo frío provoca algún movimiento en las ramas. Falta la gente y sus coches están detenidos, como el tiempo. Con el humeante café dispuesto, reviso las decenas de mensajes que la madrugada ha traído a mi móvil y contesto alguna preocupación: ‘Estamos bien, de momento’. Antes de comenzar a trabajar, me asomo al espejo y me detengo en la observación del otro lado. Tengo tiempo para mirarme detrás de los ojos, reconocerme y sonreír; la prisa ha desaparecido. Tomo impulso, un día mas.

El mundo gira ahora alrededor de ventanas, reales o ficticias. Llegará el día que agarraremos con decisión el picaporte de la puerta y volveremos a la calle.

¡A la calle! Que ya es hora

de pasearnos a cuerpo

y mostrar que, pues vivimos,

anunciamos algo nuevo.

Celaya dixit. Amén.


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