La empatía del Hámster (Javier González)

La empatía del Hámster (Javier González)

(Dos hámsteres en su jaula)

H1- ¿Juegas?

H2 – No, ahora no.

H1 – ¡Guay! El rulo y el tobogán solo para mí.

H2 – ¿No les notas nada extraño?

H1 – ¿A qué te refieres?

H2 – No dejan de mirarnos.

H1 – Y tú a ellos. Mira, nos dan comida en abundancia. Limpian la jaula regularmente. Nos compran juguetes. De cuando en cuando nos sacan para acariciarnos, lo que por otra parte no me hace mucha gracia. Y si nos ponemos enfermos nos llevan al médico. Pueden mirarnos todo lo que quieran.

H2 – Vale. Pero antes no lo hacían ni tantas veces ni tanto tiempo.

H1 – No lo sé. No me he fijado.

H2 – Lo normal sería que mirasen el acuario. Los peces relajan. Nosotros expandimos estrés con nuestros juegos.

H1 – Le das demasiada importancia.

H2 – Antes apenas estaban en casa y ahora no hay forma de perderles de vista.

H1 – Estarán de vacaciones.

H2 – No. Todavía no ha llegado el calor.

H1 – Pues serán las vacaciones del frío.

H2 – Llevan días dando vueltas de un lado a otro, como hacemos nosotros en el rulo.

H1 – ¿En serio?

H2 – Y no paran de mirarnos. Es como si nos hubieran descubierto hace dos días. Parecemos unos exóticos y llamativos extraños que acaban de llegar.

H1 – No olvides que somos muy guapos.

H2 – No digas tonterías… ¿No pretenderán engordarnos para meternos al horno?

H1 – ¡Buaggg! Un hámster no se come.

H2 – Te recuerdo que nosotros, a veces, lo hacemos.

H1 – Por instinto de supervivencia, por higiene y por huraños.

H2 – A ellos les gusta especiar carnes nuevas marinadas al no sé qué o confitadas en extrañas mezclas.

H1 – Pues deja de mirarles tú también. Si tú les miras, ellos te miraran más. Al final acabaras provocando un bucle afectivo falso o les alentaras a observarnos como un rico plato.

H2 – Te juro que no los reconozco.

H1 – Yo me voy al rulo a dar diez mil vueltas para espabilarme.

H2 – ¿Te imaginas que empiezan a comer a dos carrillos?

H1 – No tienen esa habilidad. Llenan uno y si acaso pasan la bola al otro.

H2 – Ya que nos miran tanto podríamos enseñarles.

H1 – ¿Tú crees?

H2 – Así aprenderían algo nuevo para distraerse.

H1 – Pues coge comida y empecemos la lección.

H2 – Pero ten paciencia. Ya sabes que muy espabilados no son.

(Los dos comen a dos carrillos delante de sus dueños)


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