Genésis (Javier González)

Genésis (Javier González)

Categoría: Patriarcadas

DOCTOR – ¡Muy bien!…Tome aire…fuerte…Suéltelo dentro de la bolsa…Perfecto. Ahora relájese en el diván y cuéntemelo.

DIOS – ¿Por dónde empezar?

DOCTOR – Muy fácil. Por el principio.

DIOS – Convendrá conmigo que la eternidad es un tanto tediosa.

DOCTOR – Yo no comulgo con nada. Vaya al grano, por dios.

DIOS – Solo quería darle un aire nuevo a mi existencia. Divertirme un rato, olvidarme de la rutina. ¿Comprende?

DOCTOR – Se supone.

DIOS – Todo se complicó por un simple juego. Un poco de música. Una luz aquí, un reflejo allá. Rayos simétricos. Me gustó y formé un juego de esferas. Pero me fijé en una especialmente y ya no pude parar. La di luz y tinieblas para contrastar. Como en toda fiesta que se precie se derramó bebida y al fregar se quedó el cielo de la esfera al descubierto.

DOCTOR – No le entiendo.

DIOS – A mí también me cuesta, créame. Al líquido le llamé Mar, en homenaje a la hermana de un antiguo compañero, y la parte seca, de cuyo nombre no quiero acordarme, la decoré con distintas hierbas. En la hora que se me ocurrió plantarlas.

DOCTOR – ¿Es botanofóbico?

DIOS – No, soy adicto a sustancias psicotrópicas. Bebí y fume porque esa es mi sal. Confieso que me vine arriba. Puse un foco ámbar y otro azulado que iluminaban la esfera según iba rotando. De pronto salieron miles, millones de pájaros de mi cabeza y al orinar surgieron peces de todos los colores y tamaños. Tanto esplendor me llevó a la gloria. De mis poros y orificios nacieron las bestias de cuatro patas, las de cien y las de sin. Para entonces, el universo me daba vueltas. Tantas, que las arcadas vinieron a mí a modo de hecatombe bíblica. (Pausa)

DOCTOR – ¿Por qué se para?

DIOS – Hay recuerdos que me producen vacíos.

DOCTOR – ¿Gases?

DIOS – No. Vacíos. Como le decía, las arcadas eran cada vez más fuertes. No tuve por más que vomitar. De entre mis despojos biliares, afloró un bípedo y peludo hombre. Seguía muy mareado y decidí cerrar los ojos, como siempre hago para resolver mis problemas. Al despertar, todo había cambiado en la esfera. El sujeto vomitado se había apoderado de los mandos y hacía y deshacía a su antojo. Contraataqué poniendo en la esfera a un ser bípedo más sensible, cordial y adecuado a la armonía celestial. Pero fue demasiado tarde. El peludo se extendió como una plaga incurable y esclavizó mi propuesta.

DOCTOR – ¿Ha terminado?

DIOS – Que opina.

DOCTOR – No se alarme. Su caso no es grave. Un tiempo de Prozac y como nuevo. ¿Un whisky?

DIOS – Con dos hielos.


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